La vida que ella creó
Mientras el doctor no llegaba, Silje experimentó casi dos horas de fuertes dolores. Cada que esas oleadas de tensión y dolor llegaban, la chica gritaba sujetando con todas sus fuerzas la mano de Ragna. Esta misma trataba de indicarle como tenía que respirar supuestamente para contener el dolor, pero ella apenas podía escuchar sus indicaciones en medio del miedo y las contracciones.
Cuando una nueva contracción llegó, Silje nuevamente sujetó con todas sus fuerzas la mano que la mujer junto a ella le había ofrecido. Kaira colocaba sobre el fuego de la chimenea un caldero con agua, cosa que Ragna le había ordenado puesto que, supuestamente, la necesitarían más adelante, la joven dio un respingo y sintió tensión en su cuerpo al escuchar a Silje gritar, deseaba salir de la habitación, pero se suponía que tanto ella como Aina tenían que estar presentes para asistir en todo lo que se necesitara.
La susodicha en ese momento venía desde la cocina y el cuarto de limpieza cargando una gran tina en la cual llevaba paños y una sábana que Ragna también les había ordenado buscar. Al acercarse a las escaleras de la segunda planta, escuchó pasos acercándose, al girarse vio al Señor Clemens, finalmente había regresado, rápidamente se acercó a él.
—Señor —la llamó—, la Señora está en labor.
Él pareció sorprendido, miró hacia la arriba, a la segunda planta.
—¿El Doctor Ingensen ya está aquí? —cuestionó con calma.
—No, aun no. Pero ya enviamos por él, debe estar por llegar. La labor comenzó hace cerca de dos horas —explicó la joven.
—Que sea él quien que me dé aviso cuando nazca —ordenó.
—Sí, Señor —asintió la chica, iba a volver a las escaleras. Pero fue interrumpida.
—¿Cómo se encuentra ella? —ante tal pregunta, la joven se volvió.
—Eh... Muy adolorida, pero... creo que es normal —no supo qué más responder. Él guardó silencio un momento, pensativo.
—Que también me avise si sobrevive —habló finalmente.
Aina no esperó más palabras, sólo asintió y se apresuró a subir.
Al entrar a la habitación, la joven dejó la tina junto a la chimenea, mientras observaba a Kaira quien se veía pálida mientras mantenía la vista fija en el fuego de la chimenea. Después de dejar las cosas se acercó a las dos mujeres en la cama y se dirigió a Ragna quien aún sostenía la mano de Silje mirándola preocupada.
—El Señor Clemens ya ha llegado a casa —informó. La mujer inmediatamente dirigió su mirada a ella—. Ya le he informado de la situación, y pidió que el doctor le informe cuando el bebé nazca —la joven evitó mencionar que también había pedido que se le informara si Silje había sobrevivido. La chica no necesitaba escuchar eso en este momento.
—Entiendo —dijo Ragna.
La joven miró a Silje con preocupación y regresó junto a Kaira.
—Mi espalda —habló la adolorida chica en medio de un quejido—, me duele —sollozó.
Ragna soltó la mano de Silje y rodeó la cama para dar con su espalda, comenzó a masajearla con cuidado tratando de calmar la tensión en ella.
—Vamos, trata de respirar más despacio —le habló suavemente Ragna sin dejar de mover sus manos por su espalda.
La chica trató nuevamente de hacerlo, pero le era un poco difícil. Respiraba agitada, pero al menos sus quejidos se detuvieron por algunos minutos antes de que una nueva contracción llegara y la hiciera soltar otro grito.
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Silje
Narrativa generaleSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.