Una taza de té
Durante el siguiente mes Silje no tuvo que volver a ver a la Señora Moa, la mujer, a pesar de que había dicho que esperaba que pudiesen volver a “hablar” pronto, no había ido a buscarla. Aun así, la joven no estaba tranquila, le era imposible estar completamente en calma, constantemente se sentía triste, preocupada y angustiada. A pesar de lo cansada que se sentía física y mentalmente durante el día, por las noches no lograba conciliar el sueño, sentía que lloraba más de lo que dormía.
Mientras estás semanas transcurrían observaba como su vientre crecía más. Comenzó a sentir claros golpes dentro de éste, ya no sólo movimientos, sino la sensación de que algo la golpeaba desde dentro; su bebé comenzaba a patearla. Cuanto más lo notaba dentro de sí, más sentía miedo porque llegara el momento de dar a luz, a cada mes, a cada semana, a cada día, el momento estaba más cerca, constantemente recordaba la descripción que la Señora Moa le había dado sobre el parto. No estaba segura qué era lo que más le causaba terror, si dar a luz o el que le quitarían a su bebé nada más nacer.
Esta mañana, como casi todas, Silje sólo observaba la vista a través del balcón de su habitación, miraba las nubes oscurecidas avisando de la llegada de la lluvia, mientras con una de sus manos acariciaba suavemente su vientre. Últimamente esto era casi lo único que hacía, pasaba la mayor parte del tiempo en este lugar, no había salido de la habitación a lo largo del mes; no visitaba el jardín, sólo lo miraba desde ahí, no se sentía con ánimos de cruzar el umbral de la puerta de su habitación.
Tanto Ragna como Aina y Kaira continuaban sentándose a leer con y para ella, era prácticamente la única actividad que realizaba además de mirar el jardín. Estaba perdida entre la vista de éste y sus propios pensamientos cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse y pasos acercándose al balcón, Ragna había dicho que esa tarde vendría a continuar leyendo, así que de inmediato asumió que era ella.
—¿Podrían salir de la habitación? —al escuchar esa voz Silje se puso en alerta. Moa, nuevamente estaba aquí. La chica sólo llevó su otra mano hacia su vientre y bajó la mirada hacia el piso.
—Sí, Señora —escuchó decir a Kaira y Aina al unísono, y sus pasos alejándose de la entrada del balcón, lugar en el que se habían mantenido hasta ahora.
Finalmente, vio de reojo el borde del vestido de la mujer al pararse junto a ella. No fue capaz de levantar la mirada, Moa permaneció algunos segundos ahí, en silencio. Silje podía sentir la mirada de la mujer clavada en ella. Mientras los segundos pasaban y el silencio continuaba la joven podía sentir como sus latidos aumentaban, también comenzó a sentir como de pronto su bebé comenzada a moverse, como si estuviera alterándose al igual que ella.
—¿Anty? —habló la mujer con dulce voz—, ¿me escuchas? —Silje se sintió obligada a levantar la mirada, pero ni siquiera sintiendo que debía ser obediente pudo hacerlo—. Asumiré que ya te percataste de mi presencia.
La mujer se acercó a la mesita junto a Silje, la joven escuchó como depositaba sobre esta algo. Al fin fue capaz de elevar la mirada hacia un lado, encontrándose con los ojos de la Señora Moa.
—Finalmente me miras —habló la mujer con una sonrisa.
Silje dirigió su mirada a la mesita junto a ella, allí había una bandeja con una tetera y dos tazas. Regresó su atención a la mujer quien la miraba sin cambiar su expresión.
—Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos, querida Anty —su sonrisa se amplió y se acercó más a la chica—. Realmente te ves más enorme que la última vez —dijo mientras se inclinaba y extendía una mano hacia ella; hacia su vientre.

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Silje
Ficción GeneralSilje es una esclava vagstiana que ha sido comprada por un noble con un solo propósito: Darle un hijo. Obra registrada ©. No está permitida la copia y/o adaptación total o parcial de esta historia.