"Mi devastación está regresando para convertirse en la tuya. Pensaste que podías lastimarme sin consecuencias, pero ahora eres tú quien está sufriendo. Mira todas mis lágrimas convirtiéndose en tus lágrimas, Mira
, todas las cosas que me robaste, ah...
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Chapter 27; "But you are not the kind of girl Who should be marrying the wrong boy" (Speak Now - Taylor Swift)
Tigris sentía el corazón en la garganta a cada instante. No era un secreto que le hacía feliz haber recuperado a su Coryo y dejar de tener a aquel muchacho rabioso escupiéndole odio cada vez que se veían, sin embargo, seguía estando preocupada. La situación no era un chiste.
Realmente era algo que olía a peligro.
Su cabeza no podía comprender porqué alguien que decía amar como Strabo decía amar a su hijo podía herirlo de esa forma. No encontraba sentido alguno. Recordaba claramente la mirada que él le había dado la mañana en la que le manifestó su deseo de hacer aquel trato con ella. Parecía realmente desesperado por cuidar de él. Y Tigris creía que reconocía la desesperación en los demás, ella misma había estado desesperada tantos días.
Se había equivocado.
Strabo Plinth no era un hombre desesperado, era un hombre cruel. Errado y orgulloso.
Caminaba por los pasillos de la universidad con la carpeta apretada contra el pecho con tanta fuerza que le causaba dolor en algunos sitios, aunque prefería eso, prefería sentirla en sus manos, como si de esa forma estuviera más segura. La carpeta, su familia...ella misma. Estaba aterrada, temía que Strabo Plinth le siguiera cada paso para cumplir con su amenaza en cualquier instante.
Pero sabía que no participar no era una opción. Ella había metido a Coriolanus en aquel lio, además, Sejanus parecía un gran chico, no podía dejarlo a su suerte así. Quería ayudar, y estaba dispuesta a exponerse por ello. Porqué quería demasiado a su primo para no hacerlo.
Como la ceremonia había sido hace tan poco tiempo, pedir un día libre de los preparativos no había sido motivo de sospecha para nadie, y eso le había quitado una carga de encima. Tenía un poco más de tiempo, que aunque escaso, era necesario.
Se sentía bien sabiendo que harían también algo por Ma, porque a estas alturas, aquella mujer se había ganado un espacio en su corazón sin buscarlo. Vespa era una mujer buena, de corazón puro, merecía realmente que alguien velara por ella también.
Se adentró a la biblioteca con los zapatos demasiado ruidosos para el ambiente cuidadosamente silenciado por lo cuál, ralentizo todo lo que pudo su marcha mientras exploraba los diferentes espacios ocupados por estudiantes estresados. Quizá alguien en su lugar pensaría que se estaba arriesgando demasiado, o quizá, hasta aprovechándose de sentimientos pasados que probablemente ya no existían, pero ella sabía que estaba tomando una buena decisión. Bernabé era un hombre confiable, y la única persona que había considerado amigo en toda su vida, sabía que él era una elección acertada.
Ya casi a punto de rendirse, lo vislumbro arrinconado en una esquina con la cabeza apoyada en su mano derecha. Parecía muy absorto en su lectura y, tontamente, Tigris se permitió un momento para contemplar la vista. Bernabé siempre había sido un chico agraciado y los años solamente habían servido para reafianzar aquellas cualidades que, en su momento, habían despertado mariposas dentro de ella.
