Capítulo VIII

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SEIS:
"THE GUILT OF THE BLIND"

Coriolanus contuvo su curiosidad y volvió su atención al chico tras el cristal.
El sudor hacía que la frente le brillara y era posible diferenciar el tono rojizo de sus muñecas al rededor de sus ataduras.

¿De qué estaría tratando de huir?

No pudo evitar pensar en Jessup, robusto y temeroso, incapaz de controlarse por culpa de la rabia. Claro que Sejanus no tenía la rabia, pero, algo en la situación le recordaba a aquel tributo.

— ¿No es fascinante? —no era capaz de apartar sus ojos de su compañero.
— ¿Qué cosa?
—Lo sencillo que es quebrantar el espíritu de alguien —sonrió—, siempre me sorprendió como su querido amigo era capaz de sostener sus ridículos ideales a pesar de llevar años disfrutando de los beneficios de una vida en el capitolio. Velo aquí ahora, rogando auxilio como un cachorro acorralado.

La mención de aquel animal le causo escalofríos, con la teoría de la rabia aún fresca en su cabeza, le parecía algo tétrico.

—Después de todo, es un bien para todos. Habría sido un desperdició para la dinastía que él muchacho nunca enderezara sus pasos. Solamente necesitaba un poco de ayuda, claro. 
— ¿Sus padres se lo ha pedido?
—No hacía falta —admitió—, les comenté que después de su generoso donativo para mi laboratorio para mi era un placer ayudarles con la situación de su hijo. Al final, todos tenemos un enemigo común: la rebelión.

Sabía que nadie fuera de aquel laboratorio, más que Clemencia, era capaz de advertir la verdadera naturaleza de la Doctora Gaul, pero aún así, sentía que los Plinth estaban pecando de ignorantes en aquella situación.
Aquel matrimonio había vivido casi toda su vida en uno de los distritos, conocían el mundo más allá de la capital, era imposible que desconocieran totalmente las circunstancias que se vivían en aquellos sitios. Al menos para él, era imposible creer que los rebeldes pudieran causar tal estado. 

Sejanus había vivido situaciones peores, claro que lo había hecho.
Había entrado a aquella arena y cargado con el cadáver de aquel chico que recordaba como una persona amable. 

Sí aún así había seguido sosteniendo sus ideales insurgentes ¿Cómo era posible que unos simples rebeldes lo convirtieran en lo que era?
Para él no tenía sentido, no comprendía como para los demás si.

— ¿Y su madre?
—Seguro se pasará a recogerle después de su terapia, como siempre. ¿O desea escoltarlo usted mismo a casa?
— ¿Usted sabe algo sobre la situación con mi prima? —por fin lo soltó.
— ¡Claro! He olvidado felicitarle por su nueva familia. 
—Y-yo, pensé que quizá había alguna forma de que él se negase. 
— ¿Por qué? ¿No eran ustedes amigos íntimos? ¿No arriesgo usted su vida para sacarlo de aquella arena?
—No tuve opción.
— ¿Ha venido aquí a pedirme que intervenga en una decisión familiar?
—He venido aquí a pedirle información. Lo que sea que pueda ayudarme a alejar a los Plinth de mi familia.

Ella simplemente sonrió. 

—Debería relajarse señor Snow. 
—Usted no comprende...
—Claro que comprendo —empezó a caminar hasta la puerta—. No creo que haya sido sencillo para usted mantener atado este chico en aquel sitio tan plagado de rebeldes. Entiendo que puede temer que el matrimonio de su prima la condene a ella también. Seguro que entiendo.

No.
Nada de lo que ella decía tenía la verdad sobre sus temores.

Él solamente temía por su honor.
Su preciado y resguardado honor.

—No debería preocuparse por ello.
— ¿Y por qué?
— ¿Sabe? Sospecho que aquel matrimonio no va a ser muy largo.
— ¿Y eso por qué?
— ¿No es usted el experto en veneno?

Se marchó sin dejarlo decir una palabra más, y él se quedo allí parado, con los gritos de Sejanus aún aturdiendo sus oídos. Y con la cabeza aún más llena de preguntas que cuándo llegó.

Las conversaciones con la Dra. Gaul siempre habían tenido su tinte de misterio, pero la de hoy, había superado cualquier otra.

¿Qué había querido decirle ella?
¿Estaba en sus planes que Sejanus acabara muerto?

Dio medía vuelta y otra vez, sintió que él estaba mirándolo directo a los ojos: 

«—¿Sabes, Sejanus? Soy tu amigo. Más que un amigo. Eres lo más parecido a un hermano que tendré nunca. Y las familias se rigen por un código especial. Si necesitas ayuda... Quiero decir, si alguna vez teencuentras en una situación que tú creas que te supera... Me tienes aquí. 

A Sejanus se le anegaron los ojos de lágrimas. 

—Gracias, Coryo. Eso significa mucho para mí. Creo que eres la únicapersona del mundo en la que confío de veras»

El corazón le ardió un poco y otra vez sintió las lagrimas humedecerle los ojos. Pero ¿Por qué?

Siempre había querido librarse de Sejanus.
¿Por qué ahora no podía dejar de sentirse culpable?

all the things you stole from me ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora