Aprender a levantarse

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Alejandro Arambula

Era el día de las elecciones para el equipo, el futbolista desde que se percató que este semestre era temporada de torneos interescolares se había mentalizado para llegar a esa cancha, tratar de devorarse al mundo con su juego de piernas, con sus pases y velocidad al avanzar por esa trinchera donde los jugadores se curten de experiencias y la adrenalina brota de los cuerpos tanto como el sudor de los mismos.

Hasta ese momento todo iba de forma idónea para él, había pasado las pruebas simples, el acondicionamiento físico, los pases, los penales de entrenamiento y por si fuera poco con el tiro con asistencia había querido impresionar con una chilena. Uno de sus compañeros al ver lo sobrado que estaba Alejandro ante estas pruebas no lo soportaba, rabiaba en sus adentros porque todo lo hacía ver muy fácil. Para ojos de él, el chico del taller de teatro no sería más que un agujero negro de la atención, un jugador a quien siempre le harían los pases, un seguro delantero para llevar a los marcadores de la escuela en buenas tablas, él no podía soportarlo. Era para este chico sin nombre su último semestre en la escuela, el tiempo se le acaba porque pensaba que una vez llegará a la universidad toda afición al deporte se acabaría.

Antes de que el entrenador terminara de inspeccionar a los chicos optó por pedirles un partido de práctica, en donde Alejandro así como el chico que lo consumía el odio terminaron en equipos opuestos. El partido de no haber cometido lo que hizo hubiera ido bien, seguro ambos serían elegidos por el entrenador, se conocerían y hasta podrían ser conocidos de equipo, puede que amigos no pero de haber pasado tiempo con él se daría cuenta que Alex, lejos de ser un agujero de atención se preocupaba por los suyos, así le enseñaron desde siempre, que debía ante todo ser un equipo, más en los deportes. Durante el partido, antes de que Arámbula pudiera anotar un gol fue víctima de una mala barrida con intención, los pies del otro chico no iban con intención al balón, sino a su tobillo, quería con ello hacerle una lesión leve, algo que le hiciera quedar mal en todo lo que restaba del partido, sin embargo con la ira, la velocidad y el peso fue inevitable que esa parte tuviera un resultado más hostil de lo esperado.

Tras recibir el impacto en su cuerpo Alejandro escuchó un crujido y tras ello cayó por el dolor producto de la lesión. Tuvieron ese día que llevarlo al hospital mientras Lucía y María veían preocupadas en las gradas.


Andrea y Elías

Mientras Elías estaba poniendo los tatami para la actividad de hoy la chica pelimorada no podía evitar acercarse al músico para aclarar sus dudas, hasta este momento Tsuki aún no llegaba a la clase porque había salido junto a Abraham, Tigre y Roboto a la fondita de doña Lupe; Andrea había sido invitada más fue su curiosidad la que hizo que prefiriera declinar la invitación: —Hola —Decía con un tono entre nervioso y triste.

—Hola Andrea, ¿Me puedes ayudar a pasar los tatamis?, Fausto y Paty me lo encargaron mientras salen de la junta de maestros repentina.

—Claro que sí, ¿De qué crees que estén hablando?

—Al parecer está el rumor de que el director les quiere dar a todos los maestros cursos de primeros auxilios, ya me imagino que debes saber porque.

—Oh ya veo, ¿y cómo lo has visto?

—Pues mínimo lo veo más en la tienda, parece que anda con muy buena actitud por fuera, aunque por dentro si debió afectarle. De hecho tanto mi tía como nuestro otro tío le dijeron que él no se preocupara por sus turnos en la tienda. Es bueno que tenga apoyo en la familia.

—Sí, siempre tener el apoyo de tus familiares puede ayudar a levantarte, de hecho no sabía que esa relación tuviera tu familia de forma tan cercana.

Nuestro Dramático Taller 2- ConflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora