Mensajes difusos

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Abraham y Selene

El mismo día de la tercera clase los dos amigos tuvieron una acalorada llamada en altas horas de la noche.

—¿Viste si sintió algo con el ejercicio?— Abraham, apenas susurrando por miedo a que su madre o sus hermanas lo descubran.

—No alcance a verlo, sabes bien que todo estaba oscuro. —Tsuki.

—Siento que pudimos ser ofensivos con su cultura.

—Por favor, a quién le importa menos la cultura japonesa es a Ryu — Tsuki, antes de seguir comiendo su sopa instantánea.

Los padres de Tsuki habían salido a una noche de baile, en su refrigeración había suficientes suministros para que pudiera hacerse algo más decente de comer, pero entre su desidia y flojera habría ganado el honor de que su paladar probará los fideos procesados al por mayor: —Por cierto, ¿cómo te sentiste trabajando con tu socia? — Decía ella aguantándose la risa.

—¿Mi socia?

—Es que ambos comparten al mismo hombre.

—Oh Griselda, es una buena chica. Ahora que lo pienso siento que estamos haciendo mal. Tal vez ellos quieran estar juntos y nosotros solo estamos estorbando por una simple fantasía que quiero.

—Sería mejor si pudiéramos preguntarle a Ryu directamente, ¿Qué tan difícil sería estrellarlo con una pared y preguntarle con una voz intimidante: "dinos quién te gusta"?

—Eso no tiene nada de tacto.

—El profe Fausto obligó a Zorrito y Coneja para que se contentaran, ¿por qué nosotros no podemos obligarlo a que aclare sus sentimientos?

—Porque tal vez no tenga nada que aclarar.


Ryu Romero

Mientras probaba su cena, su padre lo notó algo distante, era como si el semestre pasado de teatro nunca hubiese ocurrido y de repente su hijo volviese a tener un retroceso. Quedándose cohibido, con los hombros totalmente tensos y la frente totalmente gacha para evadir la mirada comía lentamente las verduras cocidas de su plato. Era inevitable que su progenitor preguntará: —¿Y cómo te ha ido en la escuela?

—Bien, voy a corriente con todo.

—Y teatro, ¿te estás llevando bien con Griselda?

—Eso creo, una duda, ¿Por qué no me comentaste que iría al taller?

—Quería que te llevarás la sorpresa.

—Ya veo...

—¿Y qué opinas de ella?

—Es una buena chica, algo soñadora, que te pide mucho tiempo y siempre busca la forma de hacerte sentir especial.

—¿Crees que le gustes?

—Posiblemente, es solo que no sé cómo corresponder a tanto cariño. Además me siento algo confundido, no sé cómo contarte esto pero además de ella hay otra persona que me trata casi de igual forma...

—Oh ya, tienes a dos chicas yendo por tus huesitos, todo un galán, igual que su padre.

—No una chica, se trata de un chico.

—Entiendo —Lo decía no del todo seguro, pero con intenciones de ayudar a su hijo —Tal vez puede ser más fácil de llegar a una solución, solo trata de meditar y ser sincero con ambos, si quieres andar con uno, con otro o con ninguno de los dos, pero si fueras y te gustarán los dos... siento que es complicado para mí. Pero yo quiero que seas feliz, sin importar con quien quieras estar o no estar. La decisión es tuya.

Nuestro Dramático Taller 2- ConflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora