Capítulo 7

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¡Hola!

Espero que estén teniendo un buen inicio de semana. 

No crean que se me había olvidado actualizar, solo han sido semanas difíciles en muchos aspectos personales; pero aquí va la continuación.

Disfruten~ 

Disfruten~ 

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Capítulo 7

~Emil~


Febrero

A Simón y a mí nos gustaba celebrar San Valentín.

Como Simón es un romántico oculto entre libros de matemáticas y economía, le gusta usar esas fechas para justificar ante el mundo sus cursilerías, por lo que terminaba comprándome flores y llevándome a algún lugar a comer.

El primer San Valentín que pasamos teníamos muy poco dinero encima y terminamos tomando un café de mala calidad en el parque, muy pegados el uno al otro para evitar que las bajas temperaturas de febrero nos provocaran un resfrío. Pero fue adorable, fue genuino y se sintió especial.

Nunca había pasado un San Valentín con alguien, por lo que fue todo un hito en mi vida, especialmente si era con Simón, porque con él tuve mis primeras veces en muchas cosas; con Simón fue la primera vez que alguien me sostuvo la mano en público y me dio un beso frente a mi casa, fue la primera vez que alguien cogió el teléfono a las tres de la mañana solo para escucharme llorar porque había tenido un mal día; fue la primera vez que alguien me dejó dormir sobre su pecho en la incomodidad de un sillón ajeno; fue mi primera vez...

Bueno, literalmente en casi todo.

Ese día estaba cambiándome en los vestidores del salón de ensayos. Habíamos salido temprano de la sesión aquella tarde, por lo que podría llegar antes a mi encuentro con Simón, así que estaba mandándole un mensaje de texto lleno de emojis avisándole.

En eso que terminaba de ponerme los pantalones y ordenaba un poco mis cosas en mi bolso, escuché unos murmullos cerca de mí y vi pasar a Eliot hacia las bancas más alejadas de donde estaba yo.

No lucía para nada feliz.

De hecho, durante el ensayo cometió bastantes errores, no muchos fueron notados por el profesor, pero de todas maneras su cara de frustración era evidente en su reflejo en los espejos de pared; mientras todos veían sus propios movimientos y tratando de seguir la coreografía, yo no pude evitar —como muchas veces— mirar cómo lo estaba haciendo Eliot y descubrí su desconcentración y los ojos colmados de algo que pretendían ser lágrimas.

Ahora parecía bajar la mirada para evitar encontrársela con alguien más y estuve realmente tentado de ir a sentarme a su lado y preguntarle qué sucedía, si necesitaba algo; decirle que no estuvo tan mal hoy y que no se deprimiera, porque Eliot siempre se deprimía cuando no le salía bien el baile.

Como un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora