Capítulo 20

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Capítulo 20

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Capítulo 20

~ Eliot~


Junio

Me costó un poco, pero pude lograrlo. Emil finalmente aceptó ir conmigo a la heladería que quedaba en el centro, un poco alejado de nuestros respectivos hogares y de la academia y de la universidad; pero lo convencí de ir porque era una heladería vegana, con opciones sin gluten y sin azúcar, un lugar donde no tendría que importarle tanto las calorías que estaba ingiriendo.

Lo había decidido hace tiempo, desde que hablé con Simón antes de mi cumpleaños; sin embargo, también tuve que estudiar para algunos exámenes en la universidad y un montón de excusas que no vale la pena siquiera mencionar.

Emil, un poco extrañado ante mi comportamiento, me siguió con tranquilidad al tomar el tren subterráneo, maloliente como siempre, lleno de gente, chirriante en las uniones de los vagones y los asientos agrietados.

Usaba mucho el tren subterráneo para viajar hasta la universidad, estaba acostumbrado al movimiento aparentemente errático de la línea y los frenazos bruscos y de las puertas que abrían y cerraban mal. Esa línea en particular era a la que menos le hacían mantención y parecía un poco olvidada en comparación a otras líneas que circulaban hasta llegar a las periferias de la ciudad, más nuevas y modernas. Vagones con los focos funcionales y sin publicidad vencida.

Emil no usaba casi nunca el tren subterráneo y, por lo visto, tampoco parecía adepto a usarlo nuevamente; de hecho, se quejó durante el camino cuando casi se cae ante un frenazo cuando llegábamos a la estación y tuvo que sujetarse de mí. Nos reímos un poco y salimos hacia el centro —también atestado de gente— y caminamos hasta dar con la dichosa heladería.

Colores pasteles y muchos mensajes positivos en todos lados, muchos diseños de animales y una carta variada y visualmente atractiva era lo que nos ofrecía ese lugar. Emil pidió una malteada de frutos rojos con leche de almendras y sin azúcar; yo pedí un café con leche de coco y un pastel de chocolate.

El local era relativamente nuevo, pero por su ubicación y por la oferta gastronómica que representaba, estaba bastante concurrido, así que tuvimos suerte de encontrar una mesa para los dos, sobre todo a esa hora, después del ensayo.

—Está deliciosa —dijo Emil, cerrando los ojos para saborear con mayor intensidad su malteada cuando llegó.

—Debo decir que siento la diferencia a mi café regular —mencioné. Emil carcajeó y miró intranquilo el pastel de chocolate que dejé deliberadamente entre ambos—. ¿Quieres? —le pregunté sacando un bocado. Sabía realmente bien. No podría diferenciarlo de un pastel de chocolate no vegano.

—No, estoy bien con esto.

Suspiré y bebí un sorbo de café. Esto sería más difícil de lo que pensé.

Como un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora