Capítulo 9

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Capítulo 9

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Capítulo 9

~Emil~


Marzo

La respiración de Simón era acompasada, el sudor se había secado y me hallaba envuelto en las sábanas, mientras descansaba a su lado; dormitaba cómodamente con esa caricia distraída que hacía en mi hombro.

Abrí los ojos para apreciarlo. Tenía el cabello desordenado sobre la almohada, su pecho subía y bajaba con un ritmo constante y su piel se veía opaca debido a la poca iluminación de esa noche, medio teñido de dorado producto de las tímidas luces de los faroles en la calle.

Me gustaban estos momentos de silencio junto a él, de este arrimo cobijador entre sus brazos; era el sitio más seguro que conocía, el sitio más real y auténtico. Era como bailar en olores conocidos y el sonido de nuestros latidos.

Todo parecía estar bien.

Excepto que no lo estaba.

Simón miraba el techo de la habitación fijamente, apretando la mandíbula y con una expresión seria.

—Estás distraído —mencioné, enredando uno de mis dedos en una hebra de su cabello grueso.

—Lo siento —dijo él, soltando un suspiro.

—¿Quieres contarme?

—No creo que sea el momento, ¿sabes? —me dijo, volteando su rostro hacia mí.

—¿Por qué no? Nuestras conversaciones más serias y profundas son después del sexo. —Simón soltó una carcajada suave y yo me incorporé un poco para verlo con más detalle—. Puedes decirme lo que sea.

—Lo sé... —musitó.

Hubo un momento de silencio y yo simplemente me dediqué a mirarlo mientras acariciaba su cabello con suavidad, esperando paciente a que pudiera encontrar las palabras para hablarme de lo que sea que estuviera atormentándolo.

Lo vi morderse los labios y acerqué mis dedos hacia ellos, acariciando con delicadeza su boca y luego dejando un casto beso allí; Simón a veces hacía eso con tanta fuerza que se rompía el labio y no me gustaba ese mal hábito, uno que lo lastimaba.

—Trata de relajarte —le dije, dejando otro beso en su frente—. Estoy aquí, contigo. Puedes decirme lo que sea.

Simón aguardó otro momento, su cuerpo estaba completamente tenso.

—Emil... —dijo él, mirándome fijamente. Silencio, tensión, augurio—. Me ofrecieron una pasantía.

Tic.

Tac.

—¡Eso es genial, Simón! —exclamé con demasiada falsedad. Tenía un mal presentimiento y Simón le dio nombre a ese nudo en mi estómago.

Como un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora