Capítulo 23

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Capítulo 23

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Capítulo 23

~ Gabriel ~


Junio

Melisa vivía en una casa muy bonita, en un barrio residencial. Su familia no era exactamente adinerada, pero se notaba que tenían una estabilidad financiera para mantener el hogar impecable y con todas las necesidades cubiertas.

La sala de estar tenía sillones de tela perfectamente limpios y combinados con los muebles y el televisor enorme lucía como un espacio de revista; la cocina era amplia, tenía una isla perfectamente limpia y con un bol lleno de frutas frescas.

La habitación de Melisa era igualmente amplia que el resto de las habitaciones de esa casa; y era fanática del orden, por lo que todo estaba en su lugar, todo limpio y pulcro.

Ir hasta su casa era agradable visualmente y me hacía sentir un poco flojo al tener nuestro departamento con Emil todo desordenado.

Pero a Melisa le daba lo mismo ir hasta nuestro departamento, muchas veces pasó la noche con nosotros y se le veía cómoda. Es que, además de ser una mujer con carácter fuerte, aplicada, inteligente —en muchos sentidos— y una amiga súper leal, Melisa era una mujer humilde, simple en gustos y que le daba igual si teníamos un televisor extravagante o comida elaborada, si nuestro sillón era un mueble viejo y que seguramente necesitaba ser lavado con urgencia, le daba lo mismo que la mesa que teníamos en el comedor era de segunda mano, con rayones y marcas de tazones calientes.

Por lo que conversar con ella era sencillo y, además, era este tipo de persona que inspiraba confianza, con sus enormes ojos marrones expresando comprensión y una pizca de perspicacia asomada en sus iris, delatando su costumbre de analizar todo.

Además, Melisa tenía mucha facilidad para el estudio y ha sido una excelente compañera de carrera. Debido a esto, me gustaba estudiar con ella, siempre pillaba un detalle en los textos que nos tocaba leer, siempre podía ver las cosas desde otro punto de vista; tenía un léxico muy bueno y escucharla hablar de forma fluida en cualquier tópico dejaba impresionado a cualquiera.

—¿Terminaste el libro? —me preguntó, sacándome de mis pensamientos.

Estábamos sentados en el piso de su habitación, tomando apuntes de una de las lecturas que nos dejaron para una materia. Melisa tenía un cuaderno ordenado, con su letra hermosa y llena de papelitos con notas de colores para resaltar lo importante.

Mi cuaderno, en cambio, era un caos de ideas y letra desordenada.

—Me falta la mitad —mencioné, medio aburrido con esa lectura.

—Estás un poco atrasado. —Suspiré ante la verdad de sus palabras.

Trabajar los fines de semana me estaba quitando mucho tiempo para estar al día con mis lecturas y mis estudios; eso, sumado también a que a veces me daba las tardes libres para salir con Eliot a cualquier parte o simplemente quedándonos en el departamento viendo algo o conversando.

Como un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora