Capítulo 11

29 6 0
                                        

¡Hola a todas y todas!

Mil disculpas por la espera, aquí traigo la continuación.

¡Disfruten!

¡Disfruten!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capítulo 11

~ Simón ~



Abril

Ver a Emil bailar siempre me hipnotizaba.

Si tuviese que describirlo en palabras, podría ser equivalente a la sensación que se tiene al pintar un lienzo en blanco, un trazo limpio y suave, que se desliza sin problema y profana el blanco de la tela.

Emil baila con algo más que su cuerpo y eso me encanta de él. Veía su concentración, sus ojos claros clavados en el espejo sin distraerse ni por un segundo, incluso porque estaba ahí en la sala de ensayos esperándolo; su cabello rubio y liso se movía al son de la canción.

Tenía una evaluación la próxima semana y debía preparar su baile. Le estaba costando al parecer, porque su pareja no podía seguirle el paso, no se movía igual de fluido que él, sus pasos parecían marcados y no tenía una secuencia limpia.

Incluso para alguien como yo, con nulos conocimientos de danza o expresión artística, podía decir que Emil es muy bueno en lo que hace; su cuerpo tiene un desplante único, los ángulos que forma su cuerpo y sus extremidades son exactos y cada paso fluye con el siguiente en armonía, no permitiéndome diferenciar cuando empieza uno y cuando termina el otro y, honestamente, me hace querer verlo bailar todo el tiempo.

La música se acabó y su pareja le pidió disculpas nuevamente, había pasado varias veces en todo el rato que llevaba allí; Emil no pareció afectarse, le dijo con calma que seguirán practicando al día siguiente y que lo lograrán, pero podía ver la tensión en su cuerpo y el cansancio que denotaba su expresión cuando se acercó a mí.

Se sentó a mi lado y buscó una toalla para secar su sudor mientras yo le acerqué una botella con agua. Sudaba mucho y su respiración estaba realmente agitada.

Lucía frustrado.

—No tenemos buena química ¿verdad? —me preguntó cuando su compañero se marchó de la sala.

—No mucho —respondí con sinceridad.

—La evaluación es la próxima semana y sigue fallando en el ritmo. Tal vez debería cambiar la coreografía.

—Me gusta tu coreografía —lo animé—. No deberías cambiarla. Estoy seguro de que lograrán coordinarse.

—Sí, sí... —Emil bebió más agua y luego se puso de pie—. Voy a darme una ducha ¿me esperas afuera? —Parecía distraído, como si tuviese la cabeza todavía en la coreografía y no en nosotros.

Como un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora