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Hoy será un gran día... el soberano se levantó al primer rayo de luz, su buen humor se refleja tanto en su olor como en su rostro ese tiempo que el omega no estuvo en la capital fue el suficiente para terminar los preparativos; incluso decidió vestirse el solo no podía esperar a sus criados hoy tendría todo el día para estar en compañía de su omega y no podía soportar estar un momento más sin él.

Se dirigió a los aposentos de cierto omega que convertía sus días en algo tan especial, antes de tocar la puerta e ingresar logro escuchar la voz tan conocida de su pareja orando.

El alfa escuchaba atento cada agradecimiento del joven hebreo a su dios sin rostro; tocando suavemente la puerta para después entrar sin interferir en su privacidad claro, el ver al omega en ropas egipcias podía apreciar la silueta del cuerpo ajeno.

-Majestad es un placer tener su presencia tan temprano- hoy podía sentir más el intenso olor a Geranio y Vetiver.

El soberano sentía que se perdería en los ojos de su omega, pero como culparlo su abstinencia llegó a su fin.

-Es algo placentero tener tu presencia otra vez en este palacio y no lo digo solo yo incluso mi sobrino sintió tu ausencia, pero tú regreso trae dicha a este palacio- el faraón acomoda algunos cabellos rebeldes del hebreo tocando su frente y sintió un pequeño temblor.

-Mi señor, en verdad le digo que también me inundó una tristeza al estar lejos de la capital- su sonrojo era hermoso y puro a los ojos de un alfa enamorado.

Su rut del faraón esta próximo y desea pasarlo con su omega pero no desea forzarlo a algo que el no desea; Tutankamón toma asiento y tinde la mano al hebreo el cual no la toma por la inseguridad no debido al soberano de las dos coronas obvio; es por el mismo sus manos no son muy bonitas a la vista como al tacto son rasposas pero al soberano no parece importarle cuando toma la iniciativa te sostener las manos de su omega y depositar un tierno beso en los nudillos.

-Mi Zafenat Panea, mi omega soñador me tome la tarea de investigar algunas costumbres sobre.. tu pueblo deseo el honor de casarme contigo si tú puedes aceptarme, porsupuesto- José guia la mano del soberano a su corazón que late tan fuerte que no duda de lo que siente en eses momento.

-Mi señor el día de mi regreso tuve un sueño sobre este momento; mi dios bendice mi matrimonio con su exelencia mi corazón late al tacto de sus manos mi respiración es agitada al ver sus ojos, ore lo juro ore por saber estos sentimientos y comprendo mi destino- el alfa emocionado entrega un saquito pequeño con su aroma en el un presente cono regalo para su cortejo.

-Los dioses me bendicen con tú compañía, mi omega puedo sentir lo feliz que estás hoy que quisiera oficial mente proponer nuestra boda... No temas, no eres más una concubina serás la gran esposa real- José comprendía que ese título es dado a la esposa oficial del faraón, sus hijos tendrán por derecho a nacimiento poder heredar el trono de egipto recordando la promesa de dios hecha realidad...

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-Inutiles no puedo creer que no sean posibles dar una explicación a mi problema- Yatzi entraba en desesperación por no poder quedar embarazada, no era posible que los dioses la castigarán por su pasado..

-Pero señora Yatzi el problema está en usted, el no quedar embarazada- una bofetada lo suficiente fuerte para marcas sus anillos en la mejilla ajena retumba la habitación.

-Como osas juzgar a la favorita de el faraon, yo no soy culpable ustedes no saben hacer su trabajo- pero la omega sabía que tenían razón; eran los dioses quienes la maldecían por cometer tal pecado pues en el pasado cuando era más joven conoció a un joven de buena cuna, no podía negar que era una ingenua al pensar que serían felices ellos dos entrego oro al joven para comprar una casa y mudarse, el plan era sencillo pediría la bendición del padre de Yatzi y casarse, se podría decir que estaba perdidamente enamorada entrego su alma hasta que una noche los besos rozando el cuerpo ajeno con el suyo encendió una chispa en aquellos hormonales jóvenes convirtiendo el calor de cada tacto y caricia en chispas entrelazando sus cuerpos entonces el acto se consumó rompiendo el boto de castidad antes de la boda no obtuvo la marca es noche por la sencilla razón de no levantar sospechas entre su familia.

El Omega de Egipto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora