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En la sala del trono se encontraba el sumo sacerdote siendo juzgado por el atrevimiento de interferir en el calabozo el soberano sería quien dictara la sentencia pero primero un juicio se realiza.

-Entonces sumo sacerdote por orden de quién se atrevió a desobedecer una orden de Zafenat Panea!- el sacerdote tiene que idear una excusa y rápido si no la ira del Horus vivo caerá sobre él.

-Mi señor del alto y bajo egipto la verdad es que fui mal interpretado...las ofrendas que ofrecí a la diosa Maat se pudrieron, aparentemente sin motivo alguno y como Maat es la diosa del equilibrio se trata de un aviso soberano- el sacerdote sabe cómo usar los dioses a su favor solo para evitar ser condenado a muerte.

-Sugiere que los espías que Zafenat Panea envío arrestar son el peligro que la diosa advierte- Potifar también se encuentra en la sala, como el guardia real debe estar junto al soberano y el omega real.

-No creo que sea esa la razón, además solo son sospechosos nada está asegurado, además el faraón los dejó a mi cuidado- su nerviosismo sobre que más se enteraran que eran sus hermanos; el señor Pentefres podría ocupar esa información para perjudicarlo.

El soberano de las dos coronas sentía el olor de temor en su omaga, si este juicio se alargaba terminaría muy mal así que solo daría una advertencia a Pentefres.

-Soberano de las dos coronas ante la duda es mejor matarlos- si no pudo acercarse a ese extranjero no había motivo para que conservará su vida.

-No!- el grito de Zafenat Panea resonó en toda la sala el olor de enojo proveniente del omega fue percibido por todos pero fue Potifar al no tener conocimiento sobre que aquellos hombres eran hermanos de José que pregunto si se encontraba bien y el menor asintió.

-Silencio faraón habla.. Sacerdote no importa que fuera una señal de la mismísima diosa Maat, si algún pueblo deseara atacar a egipto el dios de Zafenat Panea nos informaría el fue quien me reveló que sufriríamos la hambruna; le debemos más a ese Dios sin rostro- El faraón toma en mano su cetro jeka y nejej para implicar su veredicto.

El sumo sacerdote tembló un poco tenía por su vida y esperaba poder conservar su cabeza fue muy imprudente al ir al calabozo sin verificar que el omaga no estuviera alrededor para interferir.

-Sera despojado de la mitad de sus tierras, no será decapitado por todos sus años al servicio de mi padre y mío pero si osa cometer otro acto de traición...será ejecutado inmediatamente retirarse- la sala permaneció en silencio con solo su voz podía intimidad a cualquiera y después de una reverencia por parte del sacerdote se marcho y Potifar también abandonó la sala dejando a ambos soberanos solo.

-En serio te agradezco no sabes la angustia que quitaste de mis hombros- el omaga se encontraba abrazando a su alfa mientras este acariciaba su cabeza consolandolo y susurrando que todo estaría bien.

El que hubiera pasado si Simeón se enterará que su hermano menor al que tanto odiaba y tanto mal le causo era alguien tan poderoso en este momento solo temería por una venganza.






-Mis hijos espías, como aquel egipcio pudo pensar eso de ustedes- Estando más calmado el señor Jacob se encontraba en su carpa, la noticia sobre que Simeón se quedó como prisionero del gobernador por sospechas absurdas.

-No sé padre, pero nos trató de manera muy cruel, como si realmente fuéramos unos espías aún cuando le dijimos que somos hombres honestos- relataba Rubén.

-Absurdo! mi hijo no debería estar aya corriendo peligro- la preocupación por perder a otro de sus hijos no creería poder soportarlo.

El Omega de Egipto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora