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En el templo se encuentra el sumo sacerdote orando por la cordura del soberano; no puede aceptar semejante actitud tan descabellada incluso aún tratándose del soberano de las dos coronas, que está pensando al querer desposar al Omega hebreo una ofensa como esa no debería ser permitida.

-Dioses no permitan está union, la gran esposa real debe ser de sangre egipcia como lo dicta la tradición no sangre extranjera- Los rezos y súplicas fueron detenidos al escuchar la voz de su amada hija.

-Disculpa padre, no quería desconcentrar tus oraciones- Azeneth era la omega más bonita a los ojos de su padre no podría existir una mujer con tanta belleza en todo egipto.

-Hija mia cuando has regresado, me hubieras avisado yo mismo iría al puerto a traerte- el sacerdote acariciaba la cabeza de su única hija la cual poseían una de las singulares pelucas egipcias.

-Queria recorrer la cuidad primero, algunas cosas siguen igual al día que me fuí eso alegra mi corazón- la omega viajo al templo para ser una adoradora pero su padre prefirió que lo pensara bien y al final decidió no hacer sus votos pero continuar aprendiendo para ayudar a su padre.

Su regreso a la ciudad de abaris fue por órdenes de su padre para ser la sirvienta de la gran esposa real; si no podía matar al hebreo podría sacar provecho y subir a su hija en presencia del faraon con suerte el podría fijarse en ella.

Todos están en contra de la unión entre el Omega y el soberano de las dos tierras pero todos buscarán su propio beneficio, algunos son tontos y buscan problemas para ellos mismos al intentar sabotear una alianza favorable para todos en egipto.

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Dentro del palacio en los aposentos reales del principe Hasani.

-Que día más agradable desde que mi tío anuncio su compromiso con el Omega su humor es el mejor tal vez sea verdad que alguien bendecido por los dioses- Hasani se prepara para ir al campo de entrenamiento últimamente lo ha descuidado por motivos de su presentación como alfa pero ya se encontra mejor.

-principe buenos días- Ikeni tenía un rato esperando al príncipe.

-Bunis días; Sabes Ikeni, mi madre insiste en que descansé unos días más del entrenamiento y me enfoque más en mis estudios; pero no sé porque se preocupa tanto por eso yo no pienso convertirme en...- su madre la princesa Tany no le agrada que su hijo se convierta en general y vaya a batallas, el temor de perderlo como perdió a su difunta esposa la aterra pero debía entender que tenía una mayor preferencia por estar en en campo de entrenamiento.

-La princesa real solo desea lo mejor para usted príncipe- con el calentamiento necesario inició el entrenamiento, no fue tan estricto por la razón de estar algunos días sin tomar una espada pero no tanto para ser aburrido; secretamente el principe soñaba con algún día acompañar al faraon en batalla trayendo honor y gloria a egipto.

Después de horas de arduo entrenando el principe se dirige a los baños para asearse su olfato estos días ha estado muy sensible pero los maestres le informan que es algo pasajero nada que afecte la salud del principe.

Después de comer algunas frutas decide visitar al omega para platicar con el sobre el compromiso que está por realizarse no pensó en encontrar una escena o mejor dicho escuchar una discusión.

-Encerio no te preocupes yo tengo todo..- el grito del omega re tumba dentro de la habitación.

-No! No quisiera nada extravagante! mi señor no podemos gastar tanto en una boda- se escucha que está apenado de al sar la voz, el principe se acomoda detrás de las puertas para escuchar mejor.

El Omega de Egipto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora