Pov Dylan
Tendí mi cama, como todas las mañanas sin importar que la noche anterior, hubiera dormido en la recamara de papá, sacudí las sábanas que flotaron cadenciosamente descendiendo con un movimiento grácil que me sumía en un estado de contemplación. Ya no tenía sentido que reparará en el orden o la limpieza de mi habitación, sacudir y orear la cama; no era más que un pretexto para estirar el tiempo.
Al finalizar recorrí cada uno de los espacios y recovecos de la modesta, aunque también acogedora cabaña que se había convertido en el hogar que compartí por este tiempo sin reloj, al lado de mi padre, quería llevarme grabado en las pupilas todos sus detalles: como la esquina estrellada de la ventana de mi habitación que si entrecerraba los ojos, los rayos del sol filtrándose provocaban un efecto caleidoscópico multicolor, el constante olor de la cocina, a leña encendida e incluso esa mancha de moho en el techo de la regadera a la cual le encontré una infinidad de rostros cuando me bañaba, quería llevarme todo conmigo, pero sobre todo a papá.
Rotular los recuerdos en lo profundo de mi corazón con la llama del cautín avivada por el amor y el cobijo que me trasmitieron sus ojos desde el primer instante en que me encontró. Una historia quedaba adherida a cada una de las paredes y grietas de este pequeño espacio; mi historia.
¡Era hora de marcharme! tenía el mapa en mi mochila que llevaba a los hombros, aunque no lo necesitaba, ya que había memorizado la ruta, por si acaso, contaba con los tiempos medidos e incluso un itinerario bien establecido y cronometrado para los días que debía implicar mi salida de este sitio.
«"Despedirme" ¿y ahora como haría eso?».
El curso de los eventos se desarrolló con una rapidez difícil de asimilar a partir de que papá volvió de su viaje "del Valle de los muertos" Las narraciones de ese sitio me dejaron impresionado y cuando concluyo el relato de su aventura lo puse al día con la evolución de mis últimos sueños y la conclusión a la que estos me llevaron, me había separado de mi cuerpo para poder venir aquí por medio de un "viaje astral" que al final, no salió en tiempos de ida y vuelta como yo esperaba.
El abuelo Orson lleno de emoción, se había ido la noche anterior, apenas papá le contará de su encuentro con Benjamín su medio hermano: como lo había salvado sacándolo del infinito bucle que lo tenía atrapado en ese tren, de su encuentro fortuito en la estación de trenes con el padre del abuelo Orson, su abuelo y por ende mi bisabuelo, quien antes de despedirse le dio la ubicación exacta de donde lo estarían esperando una cabaña en las montañas dentro del "Valle de los muertos".
En cuanto a papá, esta mañana se había levantado más temprano de lo habitual, sin que él me viera lo observe detenidamente desde la ventana de la cocina, siguiendo cada uno de sus movimientos al alistar el bote, no el de remos, sino el pequeño barco que había utilizado en su viaje; el abuelo Orson nos lo dejo, ya que, para un viaje largo, como el que yo realizaría necesitaría un bote de motor con cabina y timón, fue lo que le escuche decir.
Pensé en escribirle una carta a papá, para que la leyera una vez que yo hubiera desaparecido en el horizonte, deseche la idea, la escritura no era lo mío, además que cuando lo intente, mi mente estaba tan o más en blanco que las hojas de mi cuaderno y entonces comprendí que ya le había dicho todo lo que tenía que decirle, sobre todo lo más importante, lo mucho que lo amaba. Por cuya razón irme me estaba costando tanto.
—¿Dylan, hijo qué esperas? ¿qué te está llevando tanto tiempo? vamos ven para acá es hora de partir —elevo la voz desde el umbral de la puerta principal provocando que algo dentro de mi pecho se estrujara.
Caminé lentamente, había llegado el momento. Di dos pasos fuera de la cabaña, para verlo soltando las amarras, de pie dentro del bote con Boly apaciblemente dormido al rayo del sol en la proa, las comisuras de mis labios se elevaron como activadas por un par de hilos invisibles, contuve a mi corazón, no quería emocionarme antes de tiempo, me aproximé con pasos cortos.