7565 palabras espero cada una lo valga.
Adán
—No es que ponga en duda la existencia de ese supuesto pasadizo, mmm. Solo quiero reiterar ¿estás seguro qué se entra por radiología? Eso es el primer piso y créeme he estado demasiadas veces ahí, y jamás he visto algo parecido a una puerta o un acceso —lo puse en entredicho, al abordar el elevador.
Me miró serio.
—Eso es porque no se trata de una puerta, ni de ningún pasadizo, y no está en el primer piso, de ahí debemos ir al sótano uno y dar vuelta al lado de los baños donde termina el estacionamiento, es una extensión de la escalera de emergencias —realizó una pausa y depositó su atención en mis muletas —¿Crees que podrás subir los tres pisos con eso?
—Hasta el doble y sin pausas —fanfarroneé. Y ¿Cómo estás seguro de que no nos atraparán?, ¿Es que nadie usa esa escalera?
—Seguro, así como estar seguro no, pero a esta hora el único residente que la usa para salir a fumar está en su hora de comida, solo es cosa de andar rápido, la escalera nos llevará a un pasillo poco transitado y de ahí estamos a dos pasos de la habitación donde tienen al Dr. Matthew.
Adán asentí y guardé silencio, la tensión espesó el aire, veía alternativamente al piso y a él con recelo «evaluando sí tenía de que preocuparme», «si representaba un rival potencial», para mí.
Su cabello era de un lacio escurrido, el color era entre castaño y un tanto cobrizo, una estela de lunares recorría sus pómulos atravesando de lado a lado por un puente formado sobre su nariz, que le confería un aire aniñado, enmarcado por unos ojos avellanados, espigado, nada musculoso, pero no podía negar que debajo del uniforme, contaba con un cuerpo proporcionado, al llegar a sus piernas torneadas, la postura recta con la que se mantenía en pie, me fue imposible no estacionarme en ese detalle «mi desventaja», que destapaba mi sentimiento de inferioridad, me saboteaba, me llevaba a pensar que no era suficiente para Dasha, ni para ninguna mujer, no hasta que mis piernas volvieran a ser las mismas de antes del coma.
«Algo que por supuesto, jamás sucedería», pero que me negaba a aceptar.
En algún momento debí quedármele viendo fijamente.
Carraspeo llamando mi atención, aparté la vista, haciéndome el desentendido.
—No sé, Adán, puede que sean ideas mías porque acabo de conocerte y lo que diré no tiene sentido, pero siento que no te agrado —tanteo con inseguridad «a medio camino de una afirmación»
—Son ideas tuyas. Tú mismo acabas de decirlo, apenas te conozco, ¿por qué deberías no caerme bien?... a menos de que —meneé la cabeza, desechando la idea y sintiéndome absurdo —olvídalo, con todo esto estoy un tanto paranoico.
Aiden sonrió divertido.
—¿De qué te ríes? —lo cuestioné a la defensiva.
—Vamos hombre, casi lo tienes escrito en la frente: "Celos" ¿Es eso no? ¡Ey! No me mires así, no tienes nada de qué preocuparte, Dasha no me interesa, no de esa forma.
—¡¡Ah, no!! y ¿de qué forma te interesa? —pregunté desconfiado con las cejas enarcadas.
—Es mi amiga, desde hace años, eso es todo, jamás la he visto de otra manera —me aclaró.
Me sentí un idiota.
—Lo siento —me disculpé —Es que no tienes una idea de lo importante que es Dasha, para mí. Es que la quiero, y quizás te sonará cursi, pero es la primera vez que me siento así, no le digas, aunque sé que ella ya debe saberlo, me tiene echo un bobo.