Marcus
¿Qué clase de táctica era esa? Ser el buenito ¡¡De cuando acá!!, Adán era el obediente. Ah, es cierto, desde que volvió del coma, y ¿qué onda? "con esa cara de que no rompe un plato", Sí era patente mía ¿Quién, le dio el derecho de apropiársela?
Desde la madrugada que el abuelo, partió rumbo al hospital, no tuvimos noticias del estado de salud de nuestro padre, hasta de noche, que llegó sin muchas ganas de charlar, y de forma escueta con un rostro inexpresivo nos comunicó que Matthew estaría unos días guardando reposo en el Hospital:
Que nuestro padre necesitaba descansar, un tiempo fuera de las tensiones de casa
«En resumen de nosotros».
Transcurridos tres días.
Las vísceras se me retorcían, me enervó la actitud de mi hermano, que aparentó tomarlo con una calma que no lo caracterizaba, me enfadé sólo de verlo, la forma en que, sin más, lo aceptó, su actitud serena y ese tonito que, a mí, me sonó a condescendencia.
Adán, estaba, exhibiendo una madurez, que obvio solo fingía o, ¿no?
«Estas celoso de lo juicioso y prudente que tu hermano se ha vuelto, no olvides que es mayor que tú, se está convirtiendo en un hombre».
Se atrevió, la nana Mary a replicarme, cuando le compartí a modo de chisme, que no entendía porque mi hermano actuaba así de prudente.
¡¡Bah!!, Matty un hombre, cómo no
El trasfondo de mi enojo no era porque me encontrara celoso, aunque si lo estaba un poquito, ese no era el punto, sino la reacción de mi hermano, que era abismalmente incongruente, esa actitud no iba con él.
Y lo sabía, porque lo conocía mejor que nadie, me atrevo a decir que, a la perfección, y sí alguien, sabía de los reversos y dobleces de la relación de padre e hijo que llevaba con Matthew, Ese era yo.
De cómo jugaba al equilibrista entre el "déjame respirar", "dame mi espacio" "déjame crecer" y todo eso de ser un adulto y la contra parte de "préstame atención", "pasa tiempo conmigo", "no me dejes solo, papi.
«Que para mi gusto, era un tanto como decirlo: De locos».
Por esa sencilla razón, no me cuadraba que Adán no estuviera subiéndose por los muros, jalándose de los cabellos, desquiciado por siquiera hacerle una llamada a Matthew, sin importarle la cantaleta de que no debíamos perturbar su paz.
El Adán, que yo conocía debió pasar desde las primeras horas, de la ausencia de papá, insistiendo con ir al hospital para verlo, no ceder ante las negativas, insistir, cambiar argumentos, negociar y si no surtía efecto, recurrir a sus pataletas o berrinches como Matthew, los catalogaba, que no eran más que actos de obstinación, en este caso supongo que habría sido algo así como:
Seguir a Robert por toda la residencia, descendiendo al siguiente peldaño
"Si no me llevas, me iré solo".
En caso de que eso no funcionara, un poco de lloriqueos y drama, que probablemente cerrarían con el patético pero efectivo numerito, de irse a plantar con sus muletas a un lado de la puerta principal, con cara de niño desprotegido o cachorro que no ha sido sacado a pasear en días. Como parte crucial del acto.
Incluso llegué a vaticinar que, en esta ocasión, como una excepción a la regla, no se detendría ahí, si nada de eso servía, él buscaría y en definitiva encontraría la forma de salir a toda carrera hacia el hospital... bueno, es lógico que, no corriendo, mmm, no podría, no con las muletas y con las piernas torpes que tenía, mmm, no quería decirlo así, ¿No me creerán tan cruel? No intento ser sarcástico, no esta vez.