Nota: Debí borrar el capítulo y publicarlo como uno nuevo, porque al final se duplicaban unos párrafos y por más que intente corregirlo sobre el mismo capítulo, el error se seguía viendo.
Les dejo el capítulo corregido. Lo único que lamento es que perderé sus comentarios. Espero comprendan y si quieren volver a comentar, me encantaría saber su opinión del capitulo.
Aprovecho para compartirles que en la noche publico.
Saludos ♥♥♥
Marcus
Adán estaba adormilado, la luz del televisor iluminaba con tenuidad la habitación, esa expresión apacible estaba próxima a borrarse de su rostro.
Matthew entró por delante en la habitación, accionó el interruptor de la luz, mi hermano bostezo, volteo a verlo aun desperezándose, por mi parte decidí aguardar en el quicio de la puerta.
—Adán, hijo, te tengo excelentes noticias —pregonó con una voz incendiada por el júbilo.
«Porque sería que lo que para él significaban excelentes noticias, para nosotros siempre era motivo de tensión».
Él me miró extrañado y al no obtener respuesta en mi gesto impenetrable, volvió a concentrarse en Matthew.
—No vas a preguntarme, creí que estarías ansioso. De acuerdo te lo diré, logré que te adelantaran el alta médica.
—¿Qué? ¿Cuántos días? —pregunto con el aliento en pausa.
—Tres días, sabes lo que eso significa ¿no?
«Claro que lo sabía, y por primera vez, debió replantearse la posibilidad de saltar por la ventana». Después de todo el suicidio ahora coqueteaba como una opción menos dolorosa y una puerta de salida al escrutinio social al que se nos expondría».
Sin que una excusa se le ocurriera con la velocidad de reacción que la situación ameritaba. Matthew, puso esa expresión de padre ilusionado, la misma que a mí me había dejado unas horas antes mudo.
—Adán, vas a poder estar en mi fiesta de cumpleaños —dirigió su mirada a donde me encontraba —Marcus, no te quedes ahí, ven —me aproximé paso su brazo sobre mi hombro y con orgullo —mis dos hijos, estarán conmigo, en mi aniversario cuarenta y tres, no podría pedirle más a la vida —dijo con uno de sus brotes melodramáticos.
«Yo sí que podría pedirle algo más a la vida: "pistola, boca, jalo del gatillo y adiós mundo cruel"».
Sin embargo, hice lo que mejor se me daba en situaciones así, decir algo estúpido, intentando sonar gracioso y llenar el silencio.
—Primero deberíamos llevarte a asolear, porque traes un colorcito de prisionero de alcatraz que con tu hermoso cabello negro marca registrada de los Mc Neil, te da apariencia de vampiro.
Matthew me dedico una expresión de desaprobación.
—No le hagas caso a tu hermano. Esta de muina porque lo acabo de regañar, de no ser por la jefa de enfermeras que tuvo la amabilidad de guardarlo en objetos perdidos, no sé qué le hubiéramos dicho a Mary —le dijo y saco el gorro de lana del bolsillo de su abrigo —Puedes creer que se le cayó en el pasillo. Y así dices que eres adulto, no se te puede confiar nada, Marcus —me regaño.
Adán puso los ojos en blanco y soltó un suspiro prolongado.
—No te emociones, hermano, aún no te cuenta la mejor parte, recuerdas que el abuelo Arthur todavía no confirmaba su asistencia. Sorpresa si vendrá.