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No debía estar muy lejos.

Al no encontrarlo en ninguna de las habitaciones de la casa, Alemania estaba seguro que encontraría a Italia en algún lugar cercano.

Caminaba por las calles mirando en todas las direcciones e inspeccionaba los callejones. Buscaba en el interior de cualquier lugar que vendiera algo de comida con la esperanza de encontrarlo.


-¿Dónde se habrá metido? -preguntó frotando su cabeza.


Finalmente, tras avanzar un poco más, Alemania pudo ver a Italia sentado en una banca afuera de una florería ubicada al otro lado de la calle.


-¡Italia! -gritó corriendo hacía él- Te busqué por todos lados, ¿qué haces aquí?

-Perdona, Doitsu -lloró Italia.


Italia le explicó que tras terminar de arreglar su nuevo su atuendo, al ver que Alemania seguía ocupado encargándose del trabajo de ambos, decidió agradecerle preparando una deliciosa comida para él.

Sabiendo que no tenían los ingredientes necesarios en casa, salió a conseguirlos, pero en el camino se sintió tan cansado y hambriento nuevamente que no pudo avanzar más.

Fue entonces que la dueña de la florería le ofreció tomar asiento en aquella banca mientras traía para él unos cuantos cannoli que le quedaban en la cocina, pues la florería también era su casa.


-¡Oh, pero si has encontrado a un amigo! -exclamó la mujer, quien salía de la florería con un plato de cannoli en la mano.


Asegurando que no sería suficiente para ambos, ella volvió a entrar prometiendo traerles algunos de los sfogliatelle que había comprado para sus nietos.


-Así que saliste a comprar ingredientes... -suspiró Alemania- No era necesario, planeaba comprarlos en cuanto terminará el trabajo.

-Pero quería ayudar... -sollozó Italia.

-Lo sé, pero no debes salir de casa así. Tu cuerpo no tiene la energía necesaria, por eso te cansas más rápido de lo usual. Deberíamos volver a casa y...

-¡Ciao, Bella!


Italia interrumpió a Alemania al ver pasar a una hermosa y esbelta chica frente a ellos. Se puso de pie de un salto acercándose a ella para saludarla.

Le ofreció uno de sus cannoli y le invitó a sentarse con ellos, pero ella le rechazó diciendo que no le interesaban los gorditos que vestían vestidos.

La chica se marchó e Italia dirigió la mirada hacía abajo viendo su cuerpo. Avergonzado de su aspecto, sus ojos se llenaron de lágrimas.


-Doitsu... -sollozó- ¿De verdad luzco tan mal?

-¿De qué hablas? -respondió Alemania poniéndose de pie- Yo creo que luces muy bien...

-Pero... esa bella me llamo gordo... y creyó que estaba usando un vestido...


Alemania colocó su mano a un costado de la barriga de Italia sacudiendola levemente.


-Bueno, viendo esto no podemos negar que te has vuelto bastante gordito, pero eso no es motivo para avergonzarse. Además, creo que ahora luces un poco más... m-más...

-¿Más, qué? -pregunto Italia a Alemania cuya cara se había torndo tan colorada como un tomate.

-M-M-Más... Más adorable...

-¿Eso crees?

-S-Sí... y respecto a tu ropa...


Dio un vistazo a todos los detalles del atuendo de Italia, quien había convertido esa sábana color champagne en una hermosa túnica.

Alrededor del cuello y las muñecas había cosido un listón dorado y había unido los extremos de los costados con un colorido bordado de flores.

Consideraba increíble como pudo convertir aquella sábana en un precioso atuendo en tan poco tiempo.


-Es hermoso... -suspiró.

-D-Doitsu... -respondió Italia con las mejillas sonrojadas.

-Ya sé. Tengo una idea. E-Espera un poco...


Alemania entró corriendo al interior de la florería y un momento después salió con las manos en las espalda ocultando algo en ellas.


-¿Qué tienes allí, Doitsu?

-Y-Ya lo verás. Ahora primero mira hacia el cristal de la florería, luego cierra tus ojos un segundo.


Confundido, Italia hizo tal como se le ordenó y de pronto sintió caer algo sobre su cabeza.


-Ahora, abre los ojos


Al abrir sus ojos Italia los ojos de Italia vió en su reflejo como su cabeza era rodeada por una corona de flores, mientras Alemania le observaba tiernamente con una dulce sonrisa.


-Luces como una deidad de la mitología...

-D-Doitsu~


Dando media vuelta, Italia se lanzó a los brazos de Alemania llorando de nuevo.


-¡¿E-Eh? ¿P-Por qué estás llorando?

-Gracias, Doitsu -respondió frotando su rostro contra el pecho de Alemania- Eres tan amable. ¡Prometo prepararte una la comida más deliciosa como agradecimiento! ¡También te haré postres!

-N-No es necesario...


Algo abrumado por todas aquellas muestras de afecto que Italia deseaba darle, Alemania aceptó recibirlas si eso contribuía en mejorar su ánimo.

La dueña de la florería les observaba conmovida desde la puerta, ambos le agradecieron mientras recibían la bolsa de papel con los sfogliatelle prometidos.


-Hacen una linda pareja -susurró al oído de Alemania mientras le entregaba la bolsa.


Sonrojado, Alemania agradeció por todo nuevamente y se disculpó por las molestias causadas, mientras con su rostro nuevamente sonrojado sostenía la mano de Italia.

DOLCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora