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Tras poner su firma en el último de los documentos, Ludwig colocó el bolígrafo sobre la pila de papeles, retiró sus gafas y frotó su rostro exhausto.

Había bebido una taza de café soluble junto con unas pocas galletas, todo proveniente del paquete que envió América. Dejando a Italia para que comiera el resto, se retiró primero para encargarse del trabajo pendiente de ambos.


-Está engordando rápido... -pensó al recordar los sucesos de aquella mañana.


Al verlo desnudo pudo visualizar mejor cuánto había cambiado su cuerpo.

Su barriga era mucho más grande que el tamaño promedio de un balón. Además, su pecho, brazos, muslos también habían engordado.

No era necesario subirlo a una báscula, con tan solo verlo podía deducirse que había superado por mucho las 200lb.


-Quizás está cerca de llegar a las 300 lb


No obstante, el hambre insaciable y el aumento de peso ya no eran los únicos síntomas que le preocupaban.

Italia siempre había sido perezoso y lloraba con facilidad, pero ahora aquello empeoraba con cada día que transcurría.

Comprendía la pereza. No debía ser cosa sencilla andar de un lado a otro con un cuerpo que en tan poco tiempo se volvía más y más pesado gradualmente.

Lo que realmente preocupaba a Alemania era lo sensible que se había vuelto Italia, pues aun las cosas más triviales le hacían deprimirse.


-Estoy acostumbrado a verlo llorar, pero... Definitivamente no me gusta esa expresión triste en su rostro...


Ludwig comenzó a cuestionarse qué podría hacer para animar a Italia, hasta que al escuchar el gruñido de su propio estómago, decidió comenzar con preparar un gran y delicioso almuerzo.

Gritó llamando a Italia para informarle que saldría a comprar lo necesario para preparar el almuerzo, pero no obtuvo respuesta. Asumiendo que se había quedado dormido en algún sitio decidió buscarlo antes de marcharse.

No estaba en el comedor, ni en la cocina o la sala, tampoco estaba en su recamara. Recordando que Italia había mencionado algo respecto a hacerle mejoras a su nuevo atuendo, optó por revisar aquellas habitaciones usadas como talleres para costura, pintura, entre otras cosas.

Aun cuando no había señales de Italia por ninguna parte, cada habitación a la que entraba era tan fascinante que le hacían olvidar por completo su objetivo. En una había maniquíes, telas y diseños de trajes o vestidos. En otra encontró esculturas, máscaras y toda clase de artesanías.

La tercera habitación daba la misma sensación que entrar a una galería, pues había cuadros a donde quiera que uno posara la mirada.

Siempre había admirado el talento de Italia para capturar la belleza en una imagen, por lo que aquella habitación era en especial fascinante.

Las pinturas consistían en paisajes, obras abstractas o retratos, alguno de ellos eran rostros familiares.

En una esquina encontró muchos de estos retratos apilados y comenzó a observarlos con gran emoción.


-Este es Francia -dijo tomando uno.

-Y aquí está Prusia -rió tomando otro.

-Japón luce tan serio aquí...


Alemania se detuvo un momento al llegar al último cuadro, pues a diferencia de los otros estaba cubierto por una delgada tela. Consideró al comienzo que quizás Italia no quería que ese cuadro fuera visto, pero reflexionando un poco concluyó que también podía ser aquella tela era una protección, pues lucía más antiguo que los otros.

Mientras dudaba en si ver la imagen oculta tras la tela, encontró unas palabras un poco borrosas en la parte trasera que llamaron su atención.


-Primo Amore...


Parecía ser el nombre del cuadro.

"Amore", había escuchado a Italia decir aquella palabra antes.

La curiosidad se incrementó y pensó que quizás no haría daño dar un vistazo.

Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras su rostro se tornaba caliente a medida que levantaba la tela dejando al descubierto aquella misteriosa pintura.

Dos niños, uno de ellos entregando una flor al otro tímidamente.

El que usaba un vestido verde era Italia. No comprendía por qué, pero estaba seguro de ello.

El otro vestía un traje oscuro con un sombrero, tenía ojos azules y cabello rubio.

¿Quién era él? ¿Quién era el chico que le entregaba la flor?

Consideraba que aquel niño era en aspecto similar a él, pero... ¿porque aquello inquietaba su corazón?

Volviendo a cubrir el cuadro, devolvió todo a su sitio sintiéndose sumamente confundido.

DOLCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora