10 - Olé

106 7 1
                                    

Aquella rebanada de pizza que llevaba a su boca podía ser la número cuatro o la cuarenta, pero eso no le importaba en lo más mínimo.

Sabía bien que antes de que terminara toda la comida que tenía a su alrededor, España entraría a la habitación con más comida para él.

Lo bueno de tener una enorme barriga era que podía usarla como mesa mientras estaba sentado en la cama hablando con su hermano por teléfono.


-Así que aquella ocasión que me dió el anillo de tomate, Doitsu estaba intentando formalizar nuestra relación~

-Realmente eres tonto para algunas cosas... -suspiró Romano dando otro bocado a la pizza- Y bien, ¿Por que no has dejado de llamar así a ese idiota de las patatas?

-¿Te refieres a nuestros nombres? Bueno, pues... Doitsu es un poco tímido. Ayer intentó llamarme por mi nombre, pero ni siquiera pudo decirlo completo. Cuando me sirvió un tazón de gelato le agradecí diciendo "Gracias, Ludwig", luego su rostro se puso rojo, comenzó a tartamudear diciendo "F-F-Feli-" y cayó desmayado de la vergüenza. Prusia se burló de él por un largo rato.

-Ese idiota -rió Romano- No tiene talento para el romance.

-Doitsu puede ser tímido, pero siempre es genial y se esfuerza mucho. En el pasado me salvó de muchos problemas, me rescató sin importar donde estuviera, cuido de mí tal como lo hace ahora.

-Aun así sigue sin agradarme... -refunfuñó Romano.

-¿Sabes, hermano? Puesto que a Doitsu le gusta el arte de mi casa, estoy haciendo una pintura para él para agradecerle~ Quizás debas agradecer a España por su ayuda también~

-¿A-A-Agradecer a ese idiota de los tomates?

-Dime ¿Cómo te ha ido con él? ¿Te está cuidando bien cierto?

-Pues...


Frunciendo los labios Romano miró a su alrededor y a sí mismo.

Desde el día en que llegó a casa de España, este no había dejado de consentirle. Le cedió su habitación porque era la que tenía la cama más grande, le permitió permanecer acostado todo el día viendo películas y series, se aseguró de que siempre tuviera algo que comer al alcance de su mano.

Ni siquiera tenía que levantarse para alcanzar la comida de los carritos de comida que España llevaba uno tras otro a la habitación, pues América le había enviado de regalo un dron programado para tomar los platos y llevarlos hasta él.

Así que, aunque llevaban el mismo tiempo afrontando los efectos de la crisis, a diferencia de su hermano Romano había engordado el doble que este. Después de todo eran las consecuencias de comer monstruosamente enormes cantidades de comida sin mover un solo músculo.

Sinceramente no le importaba, aun cuando estaba tan gordo que moverse era cada vez más difícil, España hacía todo por él como un esclavo, pero siempre con una brillante sonrisa en su rostro.


-Bueno, pues... supongo que no lo está haciendo tan mal...

-Me alegro -rió Italia- Ve~ Sé que España se alegrará mucho si le dices como te sientes~

-¡¿S-Sentir que?! -reclamó molesto- ¡No digas tonterías! Pasar tanto tiempo con el cerebro de patata te está haciendo decir tonterías... Será mejor que continúes con tu pintura, en lugar de perder el tiempo con ridiculeces...

-Ve~ De acuerdo, hermano ¡Ciao!


Malhumorado, Romano continuó degustando de la comida que le quedaba.

La pizza, la pasta, la lasaña y todo lo demás, había sido preparado por España, quien tras un gran esfuerzo logró que tuvieran el mismo sabor que cuando Romano cocinaba.

Reflexionó sobre la conversación con su hermano, pero pensar en ello solo le hacía sentirse un poco inquieto. No era que consideraba que España no le cuidara tan bien como aparentemente Alemania lo hacía con su hermano, más bien era que no podía considerar que tuvieran la misma clase de relación.

Llevaba más tiempo a lado de España de lo que su hermano llevaba con Alemania, pero aun así su relación era... demasiado poco seria para considerarla algo.


-¡Romano! -gritó España entrando a la habitación

-¡I-Idiota! ¡No entres así de repente! -reclamó sobresaltado.

-Perdona, Romano. Traje más comida para tí.


España empujaba de un carrito de comida frente a él mientras tiraba de otro a sus espaldas, luego salió de la habitación para ir por otro dos, y salió nuevamente por otro más.


-O-Oye... ¿No crees que es demasiada? Ya no hay espacio en la habitación.

-Lo siento, Romano. Recibí una llamada urgente de mi jefe y necesito asistir a una reunión urgente, así que no estaré en casa por varias horas. Te preparé cuánta comida pude, solo espero que sea suficiente y no mueras de hambre en mi ausencia... Romano... ¿Crees estar bien por tu cuenta unas horas?

-¡P-Por su supuesto que estaré bien, Idiota! No soy un niño que no puede cuidarse solo...


España se acercó a la cama y frotó el cabello de Romano


-Sí, tienes razón~ Mi Romano es tan increíble como tierno, aunque sus calzoncillos se están rompiendo~

-¿Q-Qué?


Ahora que se fijaba en ello. Romano se dió cuenta que efectivamente sus calzoncillos se estaban rasgando. Era la única prenda que le evitaba estar completamente desnudo, pero ya no podían contener sus gordos muslos ni trasero.


-No te preocupes -rió España- Te conseguiré unos más grandes cuando regresé, mi gordito Romano~

-¡¿A-A quien llamas gordo, Idiota?! ¡¿N-No te has visto a ti mismo?!

-¿Eh? Bueno... es cierto que también he engordado... Ahora que lo pienso no se si entré en mi traje para la reunión... Como sea, aun no soy tan gordo como mi adorado y tierno Romano~


España pellizco las mejillas de Romano quien no dejaba de hacer rabietas por ser tratado de tal forma. Refunfuñaba lanzando insultos, cuando de pronto se quedó completamente callado al ser sorprendido con un beso en su mejilla.


-Adiós, Romano... Regresaré tan pronto como pueda.


Romano quiso reclamarle, insultar, gruñir y gritar como usualmente respondería, pero las palabras no llegaban a su boca, así que solo pudo permanecer en silencio completamente sonrojado.


-Ciao... -murmuró Romano cuando España salió de la habitación.

DOLCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora