Romano abrió los ojos y encontró en la mesita junto a la cama un nuevo jarrón con brillantes rosas rojas en él.
-¡Buenos días, Romano! -gritó España entrando a la habitación con dos carritos de comida.
-Cállate... -murmuró malhumorado- Eres muy ruidoso... Idiota...
-Vamos, Romano. Despierta, ya he traido el desayuno para tí. Se enfriará si no lo comes ahora.
De mala gana, Romano aceptó comenzar a comer y mientras daba los primeros bocados se percató de que en uno de los carritos había una enorme caja.
-¿Qué es eso? -preguntó apuntando con su tenedor.
-Je je, ayer te quedaste dormido antes de que lo mencionara. América envió un paquete con golosinas y otras cosas de su casa para tí.
-Mmmm... Puedes quedártelo.
-¿Eh? ¿Yo? ¿Quedarmelo?
-No me gusta la comida que no sea de mi casa... -dijo sonrojandose- Además... Prefiero seguir comiendo la comida que preparas para mí...
-Romano... -suspiró España conmovido con lágrimas en sus ojos- ¡Mi adorado Romano! ¡Oh, eres tan tierno!
-¡Maldita sea! ¡Suéltame y déjame desayunar tranquilo!
Romano empujaba a España, quien se había lanzado sobre él besando eufóricamente sus mejillas.
-¡Espera un poco! ¡Te traeré más comida! ¡No puedo dejar que tu barriga coma tan poca cosa!
España bajó de la cama y corrió a la cocina tarareando una tonta canción de lo tierno que era Romano.
Mordiendo el tenedor avergonzado, Romano afirmó que España era un idiota.
El día anterior sintió celos de la relación entre su hermano y Alemania, pues creía que su relación con España no podría llegar a ser así.
Efectivamente, su relación no podía ser igual. Ninguno era igual al otro.
Ni él era como su hermano, ni España era como Alemania. Sin embargo, por fin se sentía complacido con ese hecho.
La poca seriedad que mantenía su relación ahora le resultaba reconfortante, pues en cierto modo lo interpretaba en que no necesitaba cambiar nada para ser amado.
Podía seguir siendo holgazán, malhumorado, mimado y demás. No necesitaba cambiar nada.
Además, recordar la manera en que España le había tratado el día anterior... la manera en que pronunciaba su nombre... y como jugaba con el rizo de su cabello...
Su piel se erizaba mientras aseguraba que "El idiota de las patatas" jamás haría algo así. Sentía lástima por qué su hermano no experimentaría algo así hasta en un futuro muy lejano.
Así que sí, confirmaba que España era un idiota... pero no veía nada malo en ello.
-Es el único tan idiota como para amar tanto alguien tan gruñon y terco... -afirmó orgulloso.
Romano continuó comiendo sin tener idea del gran error que había en esa afirmación, pues en ese mismo momento, había otro idiota que había cruzado el mar solo para ser llamado "tierno" por un sujeto gruñon, terco y de cejas grandes.

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DOLCE
ФанфикContinuación de HERO WG Tras la crisis de América, Italia y Romano aparecen en la reunión con un evidente aumento de peso, pues ahora son ellos quienes atraviesan por los efectos de la crisis. Mientras que Alemania cuidará a Italia, España cuidará a...