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La relación entre ambos siempre fue buena, pero con cada día que pasaba esta solo iba mejorando.


-Ve~ Realmente comiste toda la pizza. Me alegra que te haya gustado. Tomá, comé lo que queda de lasaña mientras traigo el postre a la mesa.

-G-Gracias, Italia... -respondió frotando su barriga y preguntándose si podría hacer entrar más comida en ella.

-Como amaste el tiramisú de la vez pasada, en esta ocasión preparé el doble para que así puedas comer más~


Con una sonrisa en el rostro, Italia se encaminó a la cocina mientras que Alemania tomaba con su tenedor cuanta lasaña le era posible para llevarla a su boca.

¿Era su cuarto plato de lasagna o era la cuarta lasagna?

No estaba seguro, pero aun así continuó comiendo.

Aquel día, cuando colocó la corona de flores sobre la cabeza de Italia, no esperaba que su relación se volviera aún más cercana después de ello.

Regresaron a casa. Cocinaron juntos, comieron juntos. Ludwig le pidió que le enseñara más sobre arte, moda y todos sus demás intereses.

Italia muy complacido aceptó. Primero le pidió permitirle hacer un cambio de apariencia, lo que aceptó sin sentirse del todo convencido de ello.

Traje tras traje, Alemania modeló para Italia, quien entusiasmado le sacaba fotografías o le dibujaba un retrato en su cuaderno.

Así comenzaron a pasar los días, realizando juntos toda clase de actividades que alegraban a Italia, pues al mantener su buen ánimo, los demás síntomas de la crisis disminuían. Considerando esto, Alemania se propuso mantener aquella sonrisa en su rostro.

Ludwig no imaginó la consecuencias que le traería aquella resolución.

Siendo que Alemania era casi siempre superior a él en diversos aspectos, Italia disfrutaba en gran manera sentirse capaz de enseñarle sobre las cosas en que era bueno. Con cada halago que recibía de Alemania se sentía más orgulloso de sí mismo.

Pero, en el instante en que elogió la comida de Italia, Alemania dictó su propia sentencia.

Como agradecimiento por sus elogios, Italia decidió pagar su gratitud con más deliciosa comida. Alemania no se pudo negar a recibirla viendo lo feliz que hacía a Italia con algo tan simple como comer.

Ahora que Italia era capaz de controlar su apetito, aquel peso que no aumentaba parecía terminar en Alemania.


–¿Qué te parece el tiramisú? -preguntó Italia cuando Alemania estaba a punto de terminar su primera porción.

-Delicioso... Sabe incluso mejor que antes.

-Ve~


Continuando comiendo su propia porción, Italia aseguró que en cuanto terminara le serviría más, aunque antes de que eso sucediera fueron interrumpidos cuando el timbre sonó.


-Debe ser la comida que manda América -dijo Alemania- Continúa comiendo el postre, yo iré a recibirla.


Alemania se levantó de su asiento y manteniendo la compostura, salió del comedor. Una vez fuera de la vista de Italia, se tomó un momento para recargarse en la pared frotando su barriga.

Estaba pesada y completamente redonda. Había comido una enorme pizza que Italia había horneado sólo para él, además de toda esa lasaña y otros complementos.

DOLCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora