El reloj marcó las 8:00 am y la puerta de la recamara se abrió.
-¡Iggy! -gritó Alfred cargando en cada mano una enorme bandeja llena de comida.
- ¡El desayuno está servido!
Tras colocarlas en la cama, tomó los brazos de Arthur y tirando de ellos le ayudó a sentarse colocando las almohadas tras su espalda.
El sueño no le permitía abrir los ojos, pero no le impedía abrir la boca para ser alimentado. En cuanto sentía que un panqueque tocaba sus labios, lentamente hallaba la manera de hacerlo entrar por completo a su boca.
Percibía el sabor de la mantequilla derretida mezclada con la miel, y lo encontraba tan delicioso que antes de terminar uno ya estaba abriendo la boca en espera de otro. Era un alivio que Alfred comprendía lo que deseaba sin necesidad de palabras, así podía dedicar su boca únicamente a comer.
-Luces como una tierna ardilla -dijo Alfred pinchando su mejilla.
Arthur sentía como sus labios estaban cubiertos por una gruesa capa de miel y como un hombre de buenos modales deseaba limpiarse, pero sus manos no tenían la energía necesaria, así que nuevamente recurrió a su lengua.
-Déjame ayudarte con eso... -acompañado de un beso, Alfred lamió sus labios dejándolo limpio- Tus labios son muy dulces...
Usualmente, Arthur hubiera reaccionado avergonzado, escondiendo su timidez en una rabieta y quejas, pero estaba tan cansado y fuera de sí mismo que solo abrió la boca de nuevo esperando por otro panqueque.
-Demonios... Realmente eres todo un glotón... -dijo dándole otro panqueque, el cual tenía tanta miel que escurrió desde su boca y cayó sobre su barriga.
Alfred miró a Arthur sonrojado... quería limpiarla... y finalmente... cedió ante la tentación permitiendo que su lengua retirara la dulce miel de aquella barriga.
Su boca, dedos o barriga, Alfred limpiaba el cuerpo de Arthur cada vez que se ensuciaba, pero nunca sin dejar de llevar comida a su boca.
Panqueques, tocino, huevos revueltos, rosquillas, brownies, pastelitos rellenos de crema, jugo de naranja, salchichas fritas, omelettes, leche de chocolate, y mucho más desapareció poco a poco de las bandejas, donde ni una sola migaja podía verse.
-*BURPPP* -eructó Arthur dando suaves palmadas a su barriga.
-¿Estás lleno?
Arthur meneo la cabeza levemente.
-Entonces te traeré más. Descansa un poco mientras preparo una segunda ronda.
Besando la frente de Arthur, Alfred se retiró para volver media hora más tarde con la segunda ronda, a la cual siguió una tercera y una cuarta, cada vez más grande que la anterior.
En algún momento, dejó de ser desayuno, se convirtió en almuerzo, luego en comida y también en cena (con postres incluidos, por supuesto). También dejó de ser un día, fueron dos, tres, cuatro hasta que pasó una semana completa.
Hasta que llegó nuevamente el lunes y cuando el reloj marcó las 2:30 p.m, Arthur abrió los ojos despertando de su siesta a causa del hambre. No sabía porqué su estómago rugía tanto si había pasado tan poco tiempo desde la última comida.
¿Estaba enfermo? ¿Estaba atravesando una crisis el también? ¿De nuevo? El ruido de su estómago no le dejaba pensar, así que, sin poder esperar más a que Alfred le llevará la comida a la cama, decidió levantarse.
Haciendo su mejor esfuerzo, logró girar su cuerpo y colocarse boca abajo.
-Maldición... -suspiró con un eructo al sentir como se presionaba su barriga contra el colchón.
Bajar de la cama le tomó algunos minutos y le dejó exhausto. Se sentía mareado y pesado, pues hacía una semana semana que no salía de la cama. Lo único que había hecho durante siete días fue comer, dormir y ser bañado en las caricias de Alfred.
-Ugh... Se supone que yo debería estarlo cuidando a él... pero ha sido todo lo contrario...
Comenzando a atormentar su propia mente con pensamientos negativos y reclamos por haber incumplido con su deber, aseguró que solo iría a la cocina por un pequeño bocadillo que calmara a su estómago y luego se entregaría el resto del día al trabajo que llevaba una semana sin atender.
Sentía su cuerpo rígido por la falta de movimiento. Tras solo tres pasos tuvo que detenerse para recuperar el equilibrio y el aliento. Su mirada se encontró con el espejo en la pared.
-Maldición... -volvió a suspirar.
En su reflejo veía una imagen que no creyó volver a ver jamás.
Quizás era porqué había pasado tan poco tiempo desde su crisis, que su apetito seguía siendo insaciable y aumentaba de peso con más facilidad, pues al estar en ropa interior veía lo veía que había engordado más de lo que imaginaba.
Durante el tiempo en que cuidó a América de su primera crisis, Arthur descubrió un lado glotón que desconocía de sí mismo. Preocupado por aquel descubrimiento, había restringido el almacenamiento de comida de su propia casa.
Si no había que comer, no comería y así no volvería a engordar. Por ello cuando Alfred llegó, a pesar de haber hurgado en toda la cocina, sólo encontró té y una caja de galletas.
Sin embargo nuevamente se había dejado llevar por aquella glotonería y como resultado su barriga, su pecho, sus muslos, e incluso sus manos estaban volvían a engordar.
Vio en el espejo como su calzoncillos se estiraban al máximo y aun así no lo cubrían en lo absoluto. No quería pasearse por la casa con aquella apariencia, pero no tenía la energía necesaria para ponerse mejores prendas, ni tampoco prendas que le quedarán a su cuerpo. Creyendo que no volvería a estar así de gordo, había colocado la ropa de tallas grandes en el sótano.
Resignado, continuó su camino hasta la cocina, donde para su sorpresa Alfred no estaba.
Había comida recién hecha por todos lados, incluyendo una hamburguesa a medio comer que asumió era de Alfred, quien por algún motivo había desaparecido.
-¡Oye! -gritó preocupado-¿Dónde estás?
Convencido de que Alfred nunca dejaría una hamburguesa a medio comer, pensó lo peor. Debía buscarlo, quizás estaba en problemas o necesitaba ayuda, debía encontrarlo, debía...
Su estómago, el hambre, la comida... Alfred debía ser su prioridad, pero...
-S-Solo un bocado... -se mintió a sí mismo.

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DOLCE
FanfictionContinuación de HERO WG Tras la crisis de América, Italia y Romano aparecen en la reunión con un evidente aumento de peso, pues ahora son ellos quienes atraviesan por los efectos de la crisis. Mientras que Alemania cuidará a Italia, España cuidará a...