ANIVERSARIO (+18)

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—¿Ya puedo abrir los ojos? –pregunté entusiasmada.

—¡Qué impaciente eres! –Reía mientras me guiaba hacia un sitio donde se podía percibir un aroma familiar que me encantaba– Hemos llegado. Ya puedes abrirlos.

—¡Mi amor esto es tan lindo! –dije maravillada contemplando la hermosa vista de un picnic al atardecer. Había velas, frazadas, cojines, una mesa con todo tipo de aperitivos, mi vino y agua favoritos. Cada detalle estaba perfectamente cuidado y me encantaba.

—¿Te gusta? –Me rodeó de la cintura por la espalda, plantando un tierno beso en mi mejilla–. Feliz aniversario linda.

—Daniela, eres increíble –me giré para besarla sin poder ocultar la inmensa felicidad que sentía– no esperaba esta sorpresa.

—Esa era la intención –respondió con esa sonrisa que me derretía–. Este sitio es nuestro por hoy. Quería una tarde mágica contigo, espero te guste –me llevó de la mano hacia nuestro acogedor lugar para sentarnos.

—¡Me encanta! –no paraba de sonreír como una niña que abría sus regalos en navidad. No podía pedir nada más. Estaba a solas en una playa preciosa con la chica más hermosa del universo.

Estuvimos un largo rato disfrutando del picnic, platicando y riendo por todo. A su lado no sentía el paso del tiempo. Podía hablar con ella de cualquier cosa y todo lo hacía parecer sumamente interesante y divertido, era una gran conversadora.

Mientras la contemplaba, reafirmaba lo enamorada que estaba de ella y me sentía bendecida de saber que sintiera lo mismo por mí. Era mía y yo le pertenecía en cada átomo de mi ser.

Éramos cómplices de aventuras, de sueños. Habíamos pasado por tantas cosas que sentía teníamos una década juntas. Era mi amiga, mi amor, mi vida entera.

Teníamos ya cuatro años de novias y se sentía como la primera vez en cada cita y detalle que tenía conmigo y cada vez que hacíamos el amor, ¿Se podía amar tanto en una sola vida?

Daniela era una mujer que impactaba físicamente, era preciosa. Pero se hizo dueña de mi vida por la persona que era. En este mundo lleno de tanta negatividad, su alegría genuina era un bálsamo para el alma.

Bastaban cinco minutos a su lado para sentirme bien en mis días más sombríos. Era especial, siempre se lo dije. Llegó a mi vida y la hizo mejor.

—¿Pasa algo? –Externó sonriente al notarme mirándola fijamente– ¿Estás bien?

—¿Te había dicho lo sexy que te ves? –dije acercándome a ella, soltando su cabello recogido para recostarnos en los cojines y llenarla de besos.

—¡Suficiente vino por hoy señorita! –fingió reprenderme mientras sus manos se deslizaban debajo de mi vestido acariciándome, disparando toda la excitación en mí. Nos comíamos a besos. Nos olvidamos del mar, del atardecer. Nos entregamos al deseo que nos consumía.

—Quiero hacerlo aquí, ahora –Susurré a su oído teniéndola sometida entre mis piernas al tiempo que mis manos iban con desesperación debajo su blusa provocando en ella jadeos sutiles que me hacían perder el juicio.

Rápidamente se sentó y me mantuvo sobre ella abrazando mi cintura. Hundió su cabeza en mi cuello llevándome al delirio mientras metía su mano debajo de mi vestido. Estaba tan mojada. Llegó a mi intimidad e instantáneamente me hizo gemir de placer.

—¡Hazme tuya! ¡Tómame aquí! –Le dije sintiéndola dentro de mí. El sol se ocultaba y la temperatura descendía pero nuestros cuerpos eran una hoguera. El mar y el cielo que dejaba ver ya algunas estrellas eran testigos de nuestra entrega.

—¡Dime que eres mía! necesito escucharte –dejaba escapar entre la excitación que la poseía. Me sujetaba con fuerza, aferrándose a mi cuerpo mientras me llevaba a la locura. Sentirla dentro de mí era una delicia. Mis movimientos eran cada vez más desenfrenados y ella sabía la manera y el punto exacto en mí para someterme a su voluntad.

—¡Soy tuya, solamente tuya Daniela! –Me abrazaba a ella como si se me fuera la vida en ese instante. No quería terminar pero era inevitable, no podía más.

Perdí la noción de todo, mi cuerpo temblaba lo que duraba ese orgasmo infinito. Miré al cielo y por unos segundos sentí que éramos parte del cosmos, un solo cuerpo y una sola alma con el universo.

Me desvanecí entre sus brazos toda vez que me había dado el orgasmo de mi vida en esa playa, en nuestro aniversario. Fue el mejor regalo que pude recibir.

Se hacía de noche. También la hice mía bajo el cielo estrellado y mientras permanecíamos semidesnudas abrazadas bajo las frazadas, intentaba grabar en mi mente cada detalle de ese momento. No sabía cuánto tiempo iba a resistir estar tan lejos de ella.

Ya en la habitación continuamos lo que comenzó en esa playa desierta. Hacía mucho que no teníamos una noche así de intensa. Dany era incansable y yo tenía horas con mi libido a tope. No sabía si vería el amanecer pero estaba dispuesta a morir de placer esa noche entre sus brazos.

—No sabes lo que deseaba hacerlo lejos de todo y de todos –me decía mientras comenzábamos a quitarnos la ropa apenas cerramos la puerta– quiero coger hasta desfallecer.

Sin esperar más me hizo suya en el sofá, fue sexo salvaje, instintivo, animal. Una faceta que pocas veces veía en ella pero que me hacía rogarle por más siempre.

Ya en la cama lo hicimos como si no hubiera un mañana. Su cuerpo empapado en sudor contra el mío era jodidamente sexy. Vernos a los ojos mientras estábamos por llegar juntas al orgasmo era una experiencia casi divina. No hubo centímetro de su cuerpo que no besara esa noche y ella hizo lo que quiso con el mío.

A la mañana siguiente desperté sintiendo su respiración en mi nuca y el peso de su brazo rodeando mi cintura. Di un vistazo a la habitación y parecía un campo de batalla. Sonreí con los recuerdos agolpados en mi mente de todo lo que hicimos.

Dormía tan profundamente que no sintió cuando me levanté de la cama. Salí al balcón a respirar la brisa del mar que estaba a escasos metros. El lugar era minimalista y lujoso. Dany no había escatimado en que tuviéramos privacidad y comodidad.

Estaba hambrienta y quería sorprenderla preparándole el desayuno. Antes de dirigirme a la cocina la contemplé una vez más. Era una diosa descansando en un simple lecho después de haberle hecho el amor incontables veces a una mortal. Saqué mi cámara para poder capturar de la mejor manera posible su belleza al natural.

«Te amo» Le dije besando su frente con suavidad. Dormía como bebé. Me apresuré a la cocina, sabía que en poco tiempo despertaría y Dany con hambre podría transformarse en una niña berrinchuda de cuatro años. Mi felicidad dependía de unos waffles con fresas y crema batida.

LA CHICA DE MIS SUEÑOS (Dany Villarreal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora