Impar de por vida (Parte 1)

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Reigen se sentía solo.

En verdad no podía culpar a nadie que no fuera a si mismo, pero su orgullo era más fuerte que esa solitaria sensación, además que aún tenía a Tanaka así que no debía sentirse así en realidad.

Era difícil para él tener que ignorar los mensajes y las llamadas constantes que su maestro hacía, de vez en cuando se detenía a leer un par de ellos donde el adulto le decía lo mucho que lo sentía y que tenía una razón para lo que hizo. Luego recordaba a Suzuki insinuando una inminente muerte que le esperaba, y a veces pensaba que quizás no estaba tan equivocado.

Pero por más racional que intentara ser, aun el sentimiento de traición perseguía a Arataka como un mosquito sobre su hombro, no era algo fácil de ignorar.

Tampoco estaba en el mejor humor para hablar con Serizawa, la visita que le hicieron a su desagradable amigo realmente le había dejado un mal sabor de boca, aunque era culpa suya a decir verdad.

No importaba, Tanaka lo llamó después de otra llamada de Shigeo, le hizo un poco más fácil el trabajo de rechazar la llamada de su maestro.

–Vamos a cenar –dijo Tanaka, Reigen suspiró escuchando su tono amigable–. Será divertido, en el restaurante te regalan otro plato de ramen si pides el paquete de parejas.

–Claro, está bien –dijo Reigen intentando sonar un poco más animado–. Suena como una buena oferta.

–Excelente, ¿saliendo de la escuela mañana está bien?

Reigen suspiró una vez más sin darse cuenta, después de todo ya no tenía muchas cosas que hacer después de la escuela.

–Si, está bien.

Un silencio prolongado se escuchó del otro lado, luego Tanaka se despidió con timidez y terminó la llamada.

Arataka se dejó caer en su cama, mirando su telefono con la llamada recien terminada y sintiendose como un tonto por seguir ahuyentando a la gente en su vida.

No podía seguir así.

Si Tanaka iba a ser lo único que tendría de aquí en adelante, entonces se empeñaria en ser el mejor novio que llegara a tener.

Así que buscó qué ropa ponerse para la ocasión, luego recordó que eso era estupido debido a que irían después de la escuela y no tenía razones para cambiarse; por lo que decidió mejor buscar zonas cercanas de interés a las que ir después de eso.

El día siguiente llegó sin novedad, las clases transcurrieron inusualmente interesantes así como las conversaciones con sus compañeros de la escuela, claro que hablar sobre exámenes y tareas eran conversaciones que rara vez fallaban.

Entre charlas y descansos, Reigen no dejaba de pensar en lo que sucedería en la cita y los pelos de la nuca se le ponían de gallina.

Finalmente a la salida, Reigen esperó a Tanaka afuera del salón. El azabache lo miró con una gran sonrisa que afortunadamente pudo corresponder adecuadamente, no se tomaron de las manos por simples modales y se limitaron a caminar muy juntos bajo las miradas de sus compañeros.

La tarde era agradable, el sol bajaba de su punto más alto y brindaba el calor necesario para disfrutar de la caminata que ambos hacían. Tanaka miraba y se detenía cuando Reigen se emocionaba viendo cosas en las tiendas, a veces se le unía y comentaban cosas del momento.

Luego, llegaron al local del que Tanaka había hablado con tanto entusiasmo, se sentaron en una mesa muy pequeña pero funcional. Ambos pidieron el mismo plato de ramen y cuando llegaron al tercer plato, juguetearon distraídamente con él mientras hablaban de diversos temas.

–Así fue como hicieron el montaje para la escena de la lagartija radioactiva contra el simio gigante –terminó de explicar Tanaka, Reigen se rió.

–Es increíble que sepas cosas como esas, Tanaka –dijo Reigen mientras sorbía lo que quedaba del ramen–. Los kaijus son aterradores, por suerte no existe nada como eso en la vida real.

–Aunque sería genial que existieran –dijo Tanaka, extendiendo su mano hacia la de Reigen.

–No lo creo, imagina que estás en el baño y de repente un Kaiju destruye la pared con un simple dedo de su pie, que humillante.

Tanaka se rió, esta vez su mano la puso descaradamente encima de la de Reigen el cual alzó una ceja mientras se sonrojaba ligeramente.

–Bueno, tienes un punto Arataka.

De nuevo usó su nombre, pero Arataka ya no se puso tan nervioso como antes y en cambio le dio una sonrisa leve.

–Pero bueno, tu sabes, prefiero ver algunas películas que tengo en casa ¿Vamos?

La insinuación era más que obvia, Tanaka pareció entender fácilmente y se apresuró en pedir la cuenta. No se molestaron en soltarse de las manos cuando caminaron en las calles oscuras hacia la casa vacía de Reigen.

Apenas vieron las luces apagadas del lugar que dejaron en evidencia la ausencia de gente en él, Tanaka se lanzó sobre Arataka, envolviendo sus mejillas entre sus manos y le dio un largo y profundo beso. El rubio no replicó y correspondió de inmediato, envolviendo sus manos en los hombros del azabache.

Pero el rubio se recompuso, recordó que podría verlos la vecina que era amiga de su mamá así que obligó a Tanaka a soltarlo, rápidamente entraron en la casa cuando finalmente Reigen encontró la llave correcta y regresaron a su sesión de besos.

El camino de la escalera hacia el cuarto de Reigen fue indecoroso, casi rompían un florero en el proceso pero no podría importarles menos cuando sus bocas estaban unidas en esa hipnotizante danza.

Arataka abrió la puerta de su habitación mientras luchaba con los brazos de Tanaka en su cuerpo, pidiendo silenciosamente un segundo de paciencia. Cuando entraron, el rubio se quitó rápidamente el gakuran mientras su pareja hacía lo mismo, luego sus bocas se unieron como si fueran imanes.

Las manos de Tanaka tocaron descaradamente el cuerpo de Reigen, lo recorrieron del abdomen a sus glúteos robándole un suspiro en el acto. Arataka comenzó a sentirse mareado, muchas emociones recorrían su cuerpo, el amor, la pasión, desesperación, un toque de miedo y rastros de una culpa que no podía olvidar como deseaba.

Luego sus manos estaban vacías.

Confundido miró hacia todos lados, no había forma de que Tanaka se desvaneciera así porque si en el aire. Debía estar jugándole una broma, seguramente se escondió debajo de su cama, después de todo Tanaka era muy juguetón.

¿Pero qué tal si él hizo esto?

¿Sus poderes provocaron esto? ¿Ocurrió algo terrible como vaporizar a Tanaka en el aire y él ni siquiera fue consciente de eso?

El pánico creció en el como una burbuja bajo el agua y simplemente estalló cuando vio un agujero negro y sombrío en el suelo.

No supo qué hacer cuando escuchó un grito de auxilio desde el interior y repentinamente, el agujero se cerró.

–No... no es verdad, debe ser un error... Tanaka, esto no es divertido.

Pero nadie respondió, la habitación vacía le dejó bien claro que estaba solo.

Nuevamente solo.

Sus piernas comenzaron a temblar como gelatina, lo demás también comenzó a desaparecer, su cama, su escritorio, su silla, el viento y el sonido.

Incluso el comenzó a desaparecer, el aire abandonó sus pulmones, el líquido de sus ojos se dreno lentamente y el corazón se cerró en sí mismo.

No se dio cuenta en qué momento empezó a hiperventilar, ni cuando tomó su teléfono y una voz que no era la suya pidió ayuda.

No podía ser él cuando desapareció dolorosamente, cuando su consciencia se desconectó de su alma.

Un par de ojos familiares aparecieron dentro de su vista, unas manos lo tomaron de ambas mejillas y susurro.

–Estoy aquí Arataka.

–Ma-Maestro Kageyama.

Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora