Egoísmo

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Viernes por la noche.

Arataka caminaba tranquilamente en compañía de su maestro y el fastidiable de Hoyuelo. Su destino, el típico restaurante de siempre donde paraban a celebrar otro exitoso trabajo.

Y el éxito de hoy se trataba precisamente de un espíritu encerrado en el tazón decorativo de una anciana angustiada. Los gatitos del jarrón atrajeron a un perro fantasma que no dejaba de ladrar en contra de ellos por alguna razón.

–Que buena paga, ¿no crees, maestro? –preguntó Arataka a su mentor, sonriendo ampliamente mientras hacía alarde de su abultado bolsillo del pantalon escolar, lleno del botín recien ganado.

El adulto ladeo un poco la cabeza, pensando en que al menos podría pagar el alquiler de su apartamento este mes.

–¡Vamos a pedir seis trozos de carne esta vez!

Bien, quizás fue culpa de Shigeo dejarle todo su dinero a ese niño.

Se sentaron en una mesa al frente del cocinero, pidiendo sus respectivos platos; al poco tiempo después, Hoyuelo ya discutía con Arataka de otra tonteria.

–Lo que dije, las compras por internet son peligrosas, no sabes qué tipo de gente te puedes encontrar. Además, ¿como estás seguro de que te llegará lo que pediste? Es solo una nueva estafa.

–No te creo, Hoyuelo. El otro dia, pedí una cartera del “Hombre que gana de un golpe” y llegó bien, se tardó un par de días más pero en su mayoria no me quejo.

–Pues una de muchas veces no me garantiza nada, es mejor ir a la tienda y ver lo que vas a comprar.

–Uuf, claro que si –dijo Arataka rodando los ojos.

Justo en ese momento, su telefono comenzo a sonar en una corta pero muy alegre melodia, indicando la llegada de un mensaje nuevo.

–No me digas que es el repartidor del ultimo articulo que compraste en internet –susurro Hoyuelo acercandose rapidamente a la pantalla del muchacho.

–Nada de eso –dijo el muchacho en son irriado, luego sonrio ampliamente hacia el adulto quien se habia limitado a ser espectador e s conversacion–. Tenemos un nuevo trabajo –canturreo el rubio, mostrando su telefono con la foto de un acogedor sitio de aguas termales.

–¿De nuevo otro trabajo tan a prisa? –pregunto Hoyuelo mirando hacia el telefono del muchacho–. Apenas terminamos este.

–Un verdadero negocio se toma muy en serio cuando tiene mas de cinco cliente a diario, mas cuando se trata de nuestro ramo –explico Arataka con una sonrisa confiada–. Ademas, viajar a un lugar tan acogedor sera divertido y el cliente tambien pagara los viaticos, son como vacaciones.

–Si piensas asi a esta edad, te volveras en un tacaño compulsivo a los 30 –se quejó el espectro a lo bajo.

–¿Qué dices maestro? ¿Vamos?

Ignorando completamente a Hoyuelo, Arataka miro con ojos de cachorro a su maestro, sin embargo, este permanecio imperturbable.

–Seria bueno tomarnos un descanso.

Hoyuelo bufo incredulo mientras Arataka sonrio ampliamente, saliendose una vez mas con la suya.

Despues de un plato de ramen acompañado de una conversacion hablando de los detalles del caso, Arataka se despidio de su maestro en la estacion de autobus.

“Deberia de empezar a comprar lo necesario para el viaje”, penso mirando las tiendas a traves de las ventanas del autobus.

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Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora