El trato

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La energía se acumulaba en su pecho, juntándose como una masa oscura e interminable, lista para salir en cualquier instante.

Su teléfono comenzó a sonar.

El sonido lo trajo de regreso a la realidad, tomó el aparato del bolsillo en su pantalón notando brevemente un remanente de energía en su mano. Sin mirar, respondió.

–Shigeo, ¿Estás bien?

La tormenta se disipó cuando cayó en cuenta de su alrededor, la ciudad estaba inexplicablemente bien.

–Shigeo, ¡¿Estás bien?!

El nombrado aún miraba a su alrededor, procesando que únicamente se había caído el supermercado, aunque era demasiado temprano para descartar que la catástrofe por la que pasó era un caso aislado.

–Si, estoy bien –respondió finalmente, aliviando al receptor–. ¿Qué hay de ti Ritsu?

–Todo bien, estaba en la casa de nuestros padres. No nos pasó nada.

Shigeo exhaló lentamente, conteniendo nuevamente su poder y fusionandolo consigo mismo. Se sintió acomplejado por un momento, ya no era un crío de 14 años que no sabía cómo controlar su poder, eso había quedado mucho tiempo atrás. Este arrebato había sido casi como una traición a sí mismo.

–¿Qué pasó Shigeo?

–Fue un terremoto –dijo el azabache con calma–. Estaba en el supermercado, se derribó y algo se llevó a Arataka.

–¿A Reigen? ¿Qué hacías en el supermercado con ese niño?

–Es una historia larga –dijo sonando fastidiado, el tono interrogativo y acusador de Ritsu finalmente paró.

–¿Sabes que se lo llevó?

–No –dijo desolado, miró alrededor viendo a la gente que reaccionaba de diferentes maneras a la situación–. Un portal se abrió y salió una cosa extraña con forma de mano.

–¿No pudiste detenerlo? –Una fuerte interferencia se escuchó en el teléfono–. Creo que voy a perder la señal, será mejor que nos reunamos.

–Buscaré a Teru, te veo en su casa.

Sin esperar respuesta finalizó la llamada, dejó que la rabia se disipara de su cuerpo y diera paso a la determinación.

Su poder lo elevó lentamente del suelo, su flequillo se alzaba en una lenta danza llena de energía. Miró al cielo que en ese momento estaba oscurecido, ¿Cuánto tiempo pasó realmente? No había forma lógica de que pasará de ser mediodía a que llegara tan rápido en la noche por un simple terremoto, esto definitivamente no era normal.

Mientras volaba sobre la ciudad, observaba cuidadosamente las secuelas de lo ocurrido notando que ninguna de ellas había sido de mucha gravedad, siendo únicamente el supermercado el lugar que se vio derribado. Pronto, llegó a la casa de su amigo rubio sin siquiera llamar a la puerta.

–¡Kageyama! ¿Que no conoces las puertas? –le preguntó su amigo cuando lo vio flotar fuera de su ventana, obviamente lo había sorprendido. A pesar de eso le abrió la ventana y lo dejó pasar–. ¿Qué te trae por aquí? –preguntó mientras comía casualmente una barra de chocolate, Shigeo lo miró con seriedad.

–Es Reigen, ha desaparecido.

El rostro de Teru pasó de la monotonía a la sorpresa y dejó de comer de inmediato.

–Oh por dios, ¿A dónde hay que ir?

–Yo... no lo sé –dijo con frustración, apretó los puños con fuerza.

Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora