Impar de por vida (Parte 2)

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Otra noche tranquila en su solitario departamento.

Shigeo ya estaba acostumbrado a esa situación. Desde que se independizó de su familia cuando fue a estudiar a la universidad, así había pasado muchas noches de su vida.

No todas, después de todo la necesidad humana lo atormentó lo suficiente una vez como para compartir un momento íntimo con alguien; pero no hubo amor en aquella ocasión lo cual lo hizo sentirse tan mal que nunca lo volvió a repetir.

Fue un acto inmaduro, quizás era algo pasajero y normal pero eso no evitó que se sintiera de esa forma, así que simplemente optó por seguir viviendo de la forma cómoda en la que había estado haciendo. No se metía con nadie en particular, los conflictos o peleas inesperadas eran cosas que ya habían ocurrido en su infancia de las cuales, salió bien librado. En su cuerpo no había heridas, sus traumas lo perseguían pero aprendió a vivir con ellos como cualquier otra persona.

No era alguien especial.

Pero Arataka era diferente a él, realmente había sido diferente a todo lo que había conocido hasta ese momento. Shigeo siempre lo supo, desde el día que se conocieron pudo ver esa aura extraña que salía del niño, como si estuviera atrapada en él y si salía, podría hacerlo pedazos. Eso no era normal.

Y a pesar de todo, Arataka era un chico tan común y corriente que a veces le daba algo de pena. Sus historias no eran interesantes, estaba en la cumbre de la juventud viviendo toda clase de experiencias aburridas, experiencias que alguien como Shigeo no logró vivir por más que se esforzara en hacerlo. Le tenía cierta envidia en ese aspecto.

Pero eso no iba a impedirle protegerlo, después de todo él era el adulto en esta relación y esa era su responsabilidad, incluso si Reigen no lo entendía por más que se lo intentara explicar.

Calo del cigarro que tenía consumiéndose entre los dedos. No era un hábito que le gustara presumir o repetir constantemente, pero era en los momentos de soledad lo que lo ayudaba a tranquilizarse, a mantener la calma en esta extravagante y aburrida vida.

No quería pelearse con Arataka, solo lo quería proteger de lo que podría hacer con un poder tan extraño como el suyo. A los ojos de un psíquico como él, se veía como una maldición y aunque intentó deshacerse de ella cuando conoció a Arataka, la verdad es que parecía que era parte de su alma, como si hubiera nacido con eso.

Ante tan extraña situación, Shigeo no tuvo más remedio que suprimirla y mentirle a Arataka al respecto.

Se arrepentía profundamente de eso, quería hablar con alguien medianamente racional sobre el asunto para no sentirse tan culpable, pero cuando le contaba a Hoyuelo sus penas él no dejaba de burlarse de Reigen y de lo mucho que se merecía su propia futura desgracia. Shigeo no comprendió porque le deseaba tanto mal a un simple niño de secundaria.

Además de él, sus amigos que hizo en la infancia ya eran amigos lejanos a estas alturas de su vida, así que hablar con ellos no era tan cómodo o común como lo fue en el pasado.

Una vez más escucho el tono de llamada ceder ante el tiempo de espera, Reigen no iba a responderle de nuevo.

Se sentía solo.

Apago el cigarro en la superficie junto a la ventana de su pequeño apartamento, su desánimo se reflejó en el vidrio una vez que la cerró y después no pudo pensar en otra cosa que no fuera irse a tumbar a su cama.

El cansancio dominó sobre el resto de sus sentidos y lentamente se quedó dormido, soñando con tiempos más fáciles donde solo eran Reigen y él en la oficina. Un sueño extraño de algo que ocurría hace tan solo pocas semanas.

Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora