Nueva normalidad

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"Él no nos está buscando".

Arataka se despertó sobresaltado, escuchando aquella voz hacer eco en su cabeza mientras superaba lentamente la vigilia.

¿Qué fue eso? No recordaba su sueño así que no tenía ni la menor idea del contexto detrás de aquella frase, pero por alguna razón no podía olvidarla.

Miró alrededor dándose cuenta de inmediato que estaba demasiado oscuro para ver algo, no recordaba haber llegado a casa y mucho menos del momento en que se quedó dormido. ¿Qué fue lo último que hizo?

Se sentó en la cama sintiendo de inmediato un fuerte mareo que lo obligó a recostarse; cuando finalmente pudo dejar de concentrarse en evitar vomitar volvió a recapitular lo último que recordaba.

Estaba en el supermercado con su mamá, luego se encontró con el maestro Shigeo y le estaba haciendo preguntas incómodas de responder. Luego comenzó el temblor y por alguna razón no había luz, tuvo que usar sus poderes...

¿Lo secuestraron? Se estaba ahogando eso era seguro, recordaba el ardor en sus pulmones, luego... nada. No podía recordar nada.

Ahora se preguntaba si seguía secuestrado pero descartó de inmediato la idea. Un secuestrador no se molestaría en cobijarlo cuidadosamente como se encontraba al momento de despertar, tampoco le habría cambiado la ropa por una pijama cómoda, tampoco le hubiera puesto calcetines de relleno esponjoso ni le habría secado el cabello. Además que el aroma del cigarro con un toque de lavanda era demasiado familiar y reconfortante como para no poder reconocerlo.

Se acurrucó en la suave superficie que asumió se trataba de una cama, pensó que quizás el mareo se trataba de que aún no se recuperaba de casi morir ahogado, aunque en las películas las personas nunca se veían mareadas cuando sobrevivían a eso. Entonces debía ser que se golpeó la cabeza, tenía sentido si no recordaba la gran cosa después de eso.

¿Qué hora era? ¿Su madre sabía dónde estaba? Seguro que Shigeo se lo dijo pero aún así no estaba tranquilo. Como si le leyeran la mente, la cortina se abrió de par en par dejando entrar la molesta luz de la mañana.

Gimoteo, quejándose por el repentino cambio de iluminación.

–Lo siento, pensé que seguías dormido

Escucho decir a su maestro a lo lejos, él simplemente se limitó a abrir perezosamente los ojos. Miró su silueta al lado de la pequeña ventana, apenas pudo distinguir sus rasgos debido a que aún no se acostumbraba al cambio de iluminación, aún así logró ver su rostro preocupado y se esforzó en sonreírle.

–¿Qué hora es? –preguntó recién notando la resequedad en su garganta, Shigeo le respondió con simpleza.

–Son las ocho de la mañana.

–En ese caso creo que me perdí la escuela.

–Es domingo.

Una risa ronca salió de sus labios, su maestro seguía siendo tan impasible y sereno como siempre.

–¿Podrías traerme un poco de agua?

La solicitud pareció tomar por sorpresa al azabache, murmuró una corta afirmación y se dirigió a la alacena a unos pocos metros de distancia por un vaso. Arataka observó como con gran diligencia, sirvió el agua del dispensador.

A veces se le olvidaba que el apartamento de Shigeo era pequeño y todo (a excepción del baño) estaba bien distribuido en el poco espacio que había. Recorrió brevemente la habitación, el dispensador de agua estaba junto a otra alacena donde yacía el horno de microondas, a su lado una pequeña estufa eléctrica y la repisa donde guardaba pocos platos y vasos. Al centro de la habitación había una pequeña mesa de café adornada con un cactus casi seco. Su sofá era un poco chico pero fácilmente cabrían dos personas y no tenía televisor, solo una computadora algo vieja en la esquina de la habitación, junto a la cama. También alcanzó a ver qué en el pequeñísimo buró que tenía al lado de la cama tenía unos cuantos mangas viejos y algunos CD 's sin etiquetar (bastante sospechoso a decir verdad).

Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora