Nuevo rival

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¿Qué carajos acababa de pasar?

Arataka corría por las calles transitadas de la ciudad; siendo el final de la hora laborable no era de extrañar que hubiera tanta gente caminando en todas direcciones.

Lo que era jodidamente extraño es que el hermano menor de su maestro se le acababa de confesar.

El pensamiento le daba náuseas, era irreal el siquiera pensar en que él, a su joven edad, podía ser capaz de atraer a hombres adultos.

Simplemente asqueroso.

La idea de que tenía esa capacidad le provocaba arcadas, Reigen pensaba que no era ese tipo de persona, él prefería pensar que era completamente normal en el mundo y jamás sería capaz de establecer una relación romántica a esa corta edad con un adulto.

Debería de pensar que Ritsu hablaba en un sentido platónico, pero fue imposible hacerlo después de que le sonriera de una forma poco inocente. Esa sonrisa le recordó brevemente a la que Tanaka hizo la primera vez que estuvieron juntos en su habitación. Traviesa y atrevida, llena de intención de continuar en seguir tocándolo.

Se tuvo que detener un momento cuando llegó a un callejón oscuro y vacío, vomitó lo poco que había comido sintiendo que la nariz se le taponeo brevemente.

–Aquí estás.

Casi se orina del susto que Shigeo le dio, juró por dios que el callejón estaba vacío hace tan solo unos segundos y de repente, esa terrorífica y característica sombra de su maestro se reflejó en el suelo que recién había pintado con sus fluidos estomacales.

–¡¿Qué..?! ¿Cómo es que tu…? ¿A qué hora llegaste?

Shigeo lo miro impasible como siempre, como si no lo hubiera sorprendido en absoluto siendo un asqueroso en medio de la calle y como si no hubiera desaparecido por dos semanas enteras.

–Acabo de llegar –respondió con la misma tranquilidad de siempre–. Hace como un minuto.

Arataka lo miró con confusión, no entendía bien esa afirmación.

–¿De qué hablas?

Tan rápido como pregunto, su maestro desapareció justo en el aire, Arataka sintió que perdió el aliento por un segundo antes de sentir una presencia detrás suyo.

–¿Qué demonios?

Volteó cuando percibió el aroma de su maestro, lo miró visiblemente sorprendido.

–Aprendí a teletransportarme –anunció sin rodeos, Arataka abrió ampliamente los ojos ante la afirmación–. De esa forma no volveré a perderte.

El chico sintió su pulso acelerarse, no notó en que momento se había sonrojado hasta que sintió la fría palma de Shigeo sobre su mejilla, sosteniendola como si fuera un tesoro.

–Perdón por causarte molestias, el amigo que me enseño a hacer esto vive algo lejos y tiene una forma de enseñar particularmente estricta.

Arataka se sonrojó aún más, ahora siendo totalmente consciente de la cercanía entre ambos y de los efectos que su maestro estaba teniendo sobre él. Retrocedió un poco alejándose del frío contacto.

–N-No hay razón para disculparse –dijo recomponiendose poco a poco, sus manos divagaron mientras gesticulaba–. En realidad el negocio ha estado muy tranquilo, en realidad no te perdiste de nada.

Nuevamente el recuerdo de Ritsu lo asaltó, sintiendo náuseas al instante. Simplemente se limitó a llevarse la palma de la mano a la boca, sintió que las lindas sensaciones que su maestro le había brindado se transformaron rápidamente en retorcijones desagradables desde el estómago hasta su boca.

Seré yo (Mobrei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora