𝐂𝐨𝐧𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 / 𝐌𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚

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Pt1

Zhēnzhū no logró conciliar el sueño durante toda la noche. Había tenido un extraño presentimiento en su pecho que la sobresaltaba y volvía imposible que llegara a un estado profundo de descanso. Debido a eso, permaneció creando boceto tras boceto en su libreta hasta que la mañana rozó el horizonte, y la ciudad comenzó a llenarse del brillo natural mientras ella miraba por las ventanas del ático que usaba como hogar.

Recibió una videollamada de su padre por la mañana, mientras ella hacía el desayuno con una prisa sobrehumana y luego de recordarle comer y descansar adecuadamente, colgaron para que cada uno siguiera con sus actividades. Últimamente tanto Prim como Elliot iban a clases de cha-cha-chá; habían insistido en que asistiera junto a ellos, pero Perla tenía dos pies izquierdos que solo servian para correr, tropezar y trepar árboles.

Y caminar, claro.

Notó que su ropa de ocasiones especiales estaba sucia, y solo tenía una chaqueta oscura con el logo de una banda de death metal que escuchaba en su adolescencia y un vestido rosa que no recordaba haber comprado ni en esta ni en otra vida - seguramente una prenda comprada por su madre -. Mortificada por sus despistes, decidió pensar en ello como un estilo alternativo y propio, vistiendo todo sin mirar una sola vez en dirección al espejo. Por lo menos, sentía la comodidad de sus zapatos rojos.

Salió como una tormenta hacia el pasillo, mochila en el hombro y cabellos revueltos como esponjosas nubes blancas que apuntaban hacia todas partes mientras corría al estacionamiento.

Las mañanas en Linkon City estaban llenas de movimiento. Tanto peatones como conductores se dirigían a sus respectivos lugares de trabajo o academias. Las calles se volvían poco a poco bulliciosas y los OTTOS se desplazaban de aquí para allá con sus pequeños cuerpos esféricos dando noticias del clima, tráfico y avisos de la asociación de cazadores. Para Perla, desplazarse en bici era menos complejo y más rápido, por eso desde el inicio de su pseudo independencia, se convirtió en su vehículo de desplazamiento favorito.

El centro de Linkon City no se parecía en nada a Whitesand Bay, la calma del océano y las casas de estilo Art Deco o mediterráneo que se alineaban cada ciertos metros; contrastaba con los monstruosos rascacielos y el bullicio sin fin de la ciudad. Sin embargo, de alguna forma, Xiao Zhēnzhū logró adaptarse a esa distancia con el mar, a la contaminación auditiva y a los colores opacos de muchas calles, aunque en su interior sabía que ese no era su lugar.

La sala de conferencias comenzó a llenarse cerca de las diez y a las once el forum ya se encontraba en su límite de capacidad. Perla se sentó en la quinta fila con sus dedos retorciéndose sobre su regazo, estaba tan nerviosa y asustada.

Para todos era como conocer una celebridad, pero para ella...

Había descubierto cosas interesantes en las obras de Rafayel durante una exhibición. Los colores que usaba tenían una pigmentación más profunda y usaba muchas tonalidades de un mismo color con variaciones microscópicas. También tenía una intención oculta, una emoción cruda plasmada con la delicadeza y discreción suficiente para que solo aquellos que tuviesen un lazo con esa historia lo reconocieran en su totalidad. Era un poco... siniestro.

Estaba decidida a continuar al siguiente pasillo, cuando sintió cerca esa fuerza sobrenatural de hace catorce años, la que la empujó de las profundidades de su desesperación y la convirtió en lo que más deseaba. La sintió trepar por sus piernas como una serpiente invisible, manteniéndola en su lugar mientras el lago de la pintura se revelaban de un color rojo profundo.

Perla comprendió que algo sucedía, lo sintió en el centro de su ser; ese dónde la conexión del Dios del océano seguia existiendo con su pequeña lágrima.





Nota de autora:

Se suponía que iríamos directamente al encuentro, pero decidí aclarar que Perla si sabe quién es Rafayel. Y mostrar un poco de si misma, de la Pequeña Perla que ya es una adulta y su interacción con el mundo que la rodea.

𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐏𝐞𝐫𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora