𝐈𝐧𝐪𝐮𝐢𝐥𝐢𝐧𝐨

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- Nos ha generado muchos problemas.


La casera estaba furiosa cuando Xiao Zhēnzhū llegó por la noche del domingo, agotada y con una maleta de ropa limpia y alimentos herméticamente separados en diferentes toppers.

La letanía de la mujer seguía y seguía y ella solo quería subir a su departamento y ponerse manos a la obra con el trabajo que tenía pendiente.

Pero la huesuda mano de la mujer la agarró por el hombro y la devolvió a su lugar, en la entrada.

- ¡No he terminado! ¿Cómo es posible que una jovencita genere tantos problemas a los demás? - la casera tenía el ceño tan profundamente marcado, le daba la apariencia de un cráter por explotar. - ¡Ese muchacho ha estado sentado frente a tu puerta un día entero! Los demás vecinos quieren que hagas algo al respecto.

- Señora Lu, ¿Cómo podría hacer algo al respecto cuando está bloqueando el camino? - el tono de voz de Perla sonaba algo amargo, a la defensiva.

Tenía cosas pendientes ¿No podía esperar a otro día?

- ¡Entonces mete a tu novio en tu departamento y no causen más alboroto!

¿Novio?

Perla sintió que su propia vida le sorprendía ¿Desde cuándo tenía un novio? Temerosa de que fuese algún acosador, subió con cuidado las escaleras, sin hacer demasiado ruido.

Según el relato de la señora Lu, algunos de sus vecinos habían proporcionado comida y un baño al indigente que se hacía pasar por su novio. Lo habían escuchado tocar muchas veces la puerta y llamar a su nombre, el ruido debió ser molesto incluso si ella estaba en el último piso.

Perla se quedó estática cuando lo primero que vio fueron unos ojos rojos y brillantes, miraban con atención a las escaleras como si hubiese adivinado que ella llegaría cerca de esa hora. El cabello negro como las plumas de un cuervo y labios que se curvaron en cuanto notó el shock en los ojos de su anfitriona.

- Llegas tarde, me has hecho esperar demasiado.

El entrecejo de Perla se frunció casi de inmediato.

- ¿Qué significa esto?

- Te lo dije, es aburrido ser un Dios todo el tiempo. Quiero saber que entretiene tanto a los mortales.

Con una risa que demostraba que realmente no había nada gracioso en lo que acababa de decir, Perla avanzó hasta la puerta de la entrada y la figura del hombre se elevó por sobre ella, sacándole cabeza y media de diferencia.

- Si quieres saber más, deberías buscar las respuestas por tu cuenta ¿Qué tengo que ver con eso? - introdujo la llave de la puerta y empujó hacia dentro para ingresar, el extraño se coló y Perla sintió que la paciencia se le agotaba. - Te dije que no estoy dispuesta.

- Te voy a convertir en una hormiga si no cambias tu actitud ¿Me oíste? Ahora, muestra algo de agradecimiento.

-... asustas a mis vecinos.

- Que delicados, los humanos se asustan por cosas tan estúpidas.

- No tengo otra cama.

- Fácil, solo debes darme tu habitación.

- ¿Qué?

- Ahora... por si te interesa, tengo hambre.


El Dios sin identidad se presentó como Qian después de comer dos platos de pollo agridulce que Prim había preparado especialmente para Perla.

Y aunque había intentado quedarse con su habitación, la chica lo echó de una patada a la sala, dándole sábanas y una almohada casi nueva. El sofá estaba bien para los polizones indeseados, esas habían sido las duras palabras de la peliblanca.

Qian decidió importunar a su anfitriona, preguntando cómo era la casa de Rafayel Qi en detalle y que habían hecho toda la noche.

- Los ví a lo lejos, se que no volviste con tus padres humanos. - Perla frunció el ceño, se encontraba pintando cerca del ventanal de su sala, y estaba claro que no quería ser molestada. Deseaba completar la asignación que había dejado a medias. - ¿Mhm? ¿Ahora me vas a ignorar?

Silencio.

No tenía sentido, si no podían hablar ¿Qué tipo de compañía podría brindarle esa niña ingrata?

- ¿Ahora me tratarás como si fuera invisible?

Perla dejó a un lado su pincel y volteo a mirarlo por un momento. Su paciencia claramente colgando de un finísimo hilo.

- Así es.

Qian estuvo a punto de darse por vencido, justo cuando a su mente volvió una imagen bastante curiosa.

-... ¿Y qué hay del beso en la orilla? Debo admitir que estaba muy sorprendido por-

La verborrea del dios paró inmediatamente cuando sus ojos recorrieron con atención el rostro sorprendido y enrojecido de Perla. Parecía genuinamente sorprendida por lo que acababa de escuchar.

- No hubo beso.

- Claro que sí, fue un beso que te devolvió la vida.





Nota de autor:

Aprecio mucho las estrellitas, y a mis lectoras. Estoy medio dudando a veces y los capítulos se quedan por días en borradores, pero espero tener más confianza y subirlos rápidamente. Tengan bonito finde. 🫶🏻

𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐏𝐞𝐫𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora