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Morales amaba pasar tiempo con Hobart, se había dado cuenta por los pequeños encuentros que habían tenido desde que se conocían, incluso si algunos se trataran de casualidades eso no rebajaba la felicidad de Miles durante estos días. Sabía que estaba mal, no le conducía a ningún lado cegarse por aquel hombre que probablemente no lo veía más que como un amigo, como un niño, o simplemente alguien que conocía.
A pesar de saber lo incorrecto que era, no podía evitar sentir como su estómago se ponía raro cada vez que lo escuchaba, sentía, o miraba. Incluso ahora mientras ambos comían en un puesto de calle junto a los demás, por suerte estaba al lado de Hobart, y no enfrente. De ser así sabia que no pararía de mirarlo. La forma en la olía, en como se movía, si rozaba su cuerpo con el suyo al moverse en la silla o girarse a voltear a otro lado. Si el mayor le preguntaba si quería comer más, porque Morales estaba lleno con tan solo verlo.
- ¿Creen que les contraté una disquera? -Pavitr preguntó con curiosidad, cortando la carne que Miles había dejado abandonada en su plato, comiendo sin pena alguna.- Digo, ni sé si ustedes quieren llegar a ser reconocidos.
Tras el pequeño sonido de desinterés que hizo el punk, Gwen se atrevió a contestar no sin antes girar los ojos ante la vaga respuesta de Hobart.
- Nosotras realmente queremos, a Hobie ni le importa.
- La vida es mejor cuando nadie sabe de ti. -exclamó el universitario, relajando su cuerpo en la silla, mientras miraba hacia el carro de comida, como si quisiera algo más.- Oye, Miles. -Susurró, ladeando su cuerpo hacia el menor quien arqueo una ceja y volteó hacia donde Hobart estaba observando.- Pídele una cerveza.
- Nadie tomará, Hobie. -Stacy regañó a aquel hombre, deteniendo a Miles quien apenas se estaba levantando de la pequeña mesa.- La última vez que tomaste no logramos saber donde estabas durante tres días.
Hobie río, sobando la espalda del chico a su lado como gesto natural.
- Fueron los mejores tres días de mi vida. -Sonrió socarrón.
- ¿Por qué? -Morales cuestionó ante aquellas palabras, curioso por saber.
- Su papá lo castigo. -hablo aburrida Zarina, quien tomó de un refresco antes de seguir con el cuento.- Nada fuera de lo normal, solo Hobart escapándose una y otra vez de los problemas.
- Después tuve una sobredosis.
La mente de Miles hizo cortocircuito. No tenía nada de malo para el las decisiones negativas que tomaba la gente, pero le preocupaban. Si antes pensaba que el otro no consumía nada, ya no sabía que pensar.
- Pero mi viejo me perdono siempre y cuando le ayudará con unas cosas.
- ¿Tú papá es estricto, Hobie?
Stacy parpadeo durante unos segundos, sus ojos se clavaron inmediatamente en Morales. Extrañada por aquella pregunta.
