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Cabello trenzado, caía casi a la altura a sus hombros, ¿había dejado solo tanto tiempo a Miles?, tenía una mirada pesada, fruncía el ceño como si lo estuviera maldiciendo, como si estuviera enojado con él. Aclaró su garganta, sintiendo miedo de ser echado de ahí por el menor.
— Miles... —Lo llamó, tratando de sonreír como de costumbre, el otro simplemente pudo notar una sonrisa nerviosa por parte de aquel tipo que estaba parado enfrente de la puerta.
— ¡Miles! —Gritó, girando a medias su rostro para llamar la atención de su hermano.
A Hobart casi se le cae la mandíbula. ¿Había dos Miles? Bueno, podía ser alabado por los dos, tal vez estaba soñando, estaba mirando doble y los ojos de su otro Miles lo miraban ahora con sorpresa. Su boca formaba una "o" y Hobart no pudo evitar sonreír más grande.
— Milo, es mi amigo.
¿Amigo? Su pequeño hermano se juntaba con esa cosa y el no se había enterado hasta ahora. Era un hombre que gritaba que su cuerpo no era para nada sano, ni siquiera su mente. Milo no era un santo tampoco, pero sabía ver lo que era la gente, hasta hace tiempo Miles solo se juntaba con adolescentes y ahora estaba viendo a un chico que le pasaba años a su querido hermano.
Chasqueó la lengua, recargándose en la pared a lado suyo, esperando a que hablaran, no dejaría solo a su hermanito con ese tipo, seguramente lo quería envolver en un mundo de drogas, o peor aún, seducirlo. Sintió la mirada confusa de su hermano pero hizo caso omiso.
— Hobie, ¿Qué haces aquí? —Pregunto tímido, mirando al mayor mientras se daba cuenta como este había estado balanceando su vista de su hermano a él, y de él a su hermano.
— Ah, yo... —Pensó un poco, metiéndose las manos a los bolsillos para ser interrumpido antes de volver a hablar.
Ahora tenia a toda la familia mirándolo, esperando algo de él.
— Quería saber si puedo hablar con Miles, un momento. —Señaló al Morales que necesitaba, Miles elevó una ceja por aquella forma de hablar, volteando atrás se dio cuenta del porqué.
Pudo notar la cabeza de su madre asintiendo, sonrió y se dio la libertad de salir por la puerta y cerrarla.
— Ven. —La mano de Hobart atrapó su muñeca, empezaban a bajar escaleras mientras Miles se preguntaba la razón por la que lo llamaba.
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