– ¡Amelia!
Tanto y Nacho como ella se giraron hacia aquel grupo de chicas sentadas en una mesa donde una morena gritaba su nombre y agitaba la mano en el aire para que la viera.
– ¿La conoces?
– Mmm... creo que no.
– Pues parece que ella a ti sí.
Amelia la estudió con el ceño fruncido e hizo un repaso al resto de las chicas de la mesa, hasta que... la vio.
– La rubia.
– ¿Qué?
– Conozco a la rubia.
– ¿La que tiene la cara tapada con las manos y ganas de querer que le trague la tierra?
– Es la chica de anoche. – murmuró.
Nacho la miró unos segundos y sonrió.
– Te doy la razón con que parece adorable, pero no parece para nada tu estilo.
Amelia la miró de nuevo y suspiró, porque era cierto. A Amelia le iban las chicas atrevidas dispuestas a darse placer mutuo durante unas horas y despedirse con una sonrisa pícara dispuestas a repetir si se diera la ocasión. Pero no a chicas como ellas. No a chicas dulces y tímidas que se mordían el labio inferior mientras se sonrojaban.
– ¡Amelia! – volvió a gritar la morena. – ¡Ven!
– Pensé que la noche había salido mal. – dijo Nacho.
– ¿Mal? Salió fatal. – murmuró. – ¿Qué hago? ¿Me acerco?
– Pues yo creo que o te acercas tú o la morena que te llama se va a levantar en cualquier momento hacia aquí.
Amelia volvió a mirarlas y Luisita parecía intentar evitar que aquella chica siguiera llamándola, pero sin mucho éxito porque ahora estaba prácticamente toda la plaza de Los Frutos mirándola.
– Bueno... voy a acercarme.
– Vale, yo me voy ya a trabajar. Después me cuentas de qué va esto, ¿vale?
Amelia asintió y se dirigió hacia aquel grupo de chicas que la miraban bastante expectantes.
– Hola. – dijo cuando se acercó mirando a las cinco chicas que la miraban expectantes.
Bueno, en realidad no, no todas la miraban con la misma expresión. Había tres morenas que sí que la miraban con una sonrisa de oreja a oreja, luego había una castaña que la miraba tan seria que si tuviera que apostar, diría que en otra vida le había hecho algo terrible, y luego estaba la rubia. Luisita. Con la mirada gacha y la cara totalmente encendida.
– ¡Ey! – dijo la morena que la había llamado. – Yo soy María, tu cuñada.
– ¿Mi qué?
– ¡MARÍA! – Luisita gritó intentándole tapar la boca, pero la tal María la esquivó.
– Ya sabes, la hermana de tu chica.
– Mi chica. – repitió Amelia, mirando a la rubia.
Y esta vez, Luisita le devolvió la mirada y... Dios. ¿Cómo podían decir tanto un par de ojos? Porque los ojos de Luisita la miraban con miedo. Con una súplica implícita. Como esa persona que necesita ser rescatada cuando está a punto de ahogarse.
Era evidente que su noche de pasión, si es que podían llamarla así, había sido nefasta. Pero, por algún motivo, la rubia había hecho creer a ese grupo de personas que no había sido así. Es más, les había hecho creer que era su... ¿su chica?
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Amor de película (y otras mentiras)
FanfictionLuisita soñaba con amores de películas y finales felices, y a pesar de no conseguirlo con ninguna relación, ella estaba bien. A pesar de que todo el mundo pensara lo contrario. Amelia soñaba con el papel de sus sueños, aunque su falta de experiencia...