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Adoraba a Marina con toda su alma. De verdad que lo hacía, pero la puntualidad no era el punto fuerte de su amiga ni mucho menos. Así que ahí estaba sola Luisita esperándola en una cafetería cerca de donde trabajaba Marina. Bueno, sola tampoco no estaba, porque la ojimiel invadía hasta el último de sus pensamientos.

No habían pasado ni veinticuatro horas desde que se habían besado en la noria y aun sentía los labios de Amelia sobre los suyos. Y no sólo eso, sino su forma de mirarla antes de hacerlo, como si no hubiera nada que deseara más en esos momentos.

Sabía que no era cierto, que Amelia no se sentía así, pero... juraría que sus ojos en ese momento nos dijeron lo contrario.

Era una tontería pensar eso porque Amelia ya le había demostrado una y otra vez que era incapaz de desarrollar ningún sentimiento romántico por nadie, así que cualquier mirada de deseo que pudiera darle era sólo eso. Deseo. Deseo sexual que no llevaría a nada más que una noche de placer.

Luisita no era así, o por lo menos nunca lo había sido. Sin embargo, quizás Amelia tenía razón. Quizás ya era hora de que cambiara de mentalidad, que empezara a ver el amor de otra manera. Menos amor y más diversión. Porque éramos sinceras, a Luisita no le venía nada mal un poco de diversión. Se merecía diversión.

Su teléfono vibró en su bolsillo y su corazón dio un pequeño vuelco al verlo.


La mejor noche de tu vida

¿Pero qué mierda es esto?


Luisita

¿?


La mejor noche de tu vida

¿Cómo te puede gustar esta película? Es una de las cosas más tristes que he visto en mi vida.

Luisita se mordió el labio inferior intentando retener la sonrisa.


Luisita

¿Has visto El Diario de Noa?


La mejor noche de tu vida

Tenía curiosidad después de ver cómo hablabas del final. Es horrible, Luisita.


Luisita

Es precioso


La mejor noche de tu vida

¿Cómo puedes decir eso?


Luisita

Porque así es la vida, Amelia. Puede ser doloroso y precioso a la vez.


La mejor noche de tu vida

Eres una masoquista.


Se rio, pero antes de poder contestarle, escuchó una voz a su lado.

– Ey.

Levantó la vista y sonrió al ver a Esther de pie junto a ella.

– Hola.

– ¿Estás sola?

– Sí, bueno. Estoy esperando a Marina. Siéntate si quieres.

Esther dudó, pero finalmente aceptó con una pequeña sonrisa.

Amor de película (y otras mentiras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora