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Que los sábados por la mañana desayunaran todas juntas en El Asturiano, ya era una tradición. Llevaban años haciéndolo, desde que Luisita empezó a trabajar en el hotel. Sus amigas iban a verla en la hora de descanso, y con el tiempo, su hermana también se unió a ellas.

Cuando Esther y Luisita cortaron, no dejaron aquella tradición, aunque desde que la exnovia de la rubia empezó con Alejandra, María evitaba aquellas reuniones. Sin embargo, a ella también la pillaba en sus descansos de King's, así que no tenía más remedio.

Además, nada ni nadie haría jamás que dejara de ir a El Asturiano. Aunque hoy, más que en El Asturiano, la mente de María estaba en otro lado.

– ¿Y esa sonrisa tonta? – preguntó Marina haciendo que María levantara la cabeza del móvil.

– Nada, que está enamorada. – intervino Luisita.

– No estoy enamorada, no somos todas como tú que nos enamoramos a primera vista.

– Auch. – dijo Luisita llevándose la mano al pecho, haciéndose la ofendida, aunque no lo estaba, porque era verdad.

– Pero bueno, sí. – dijo María de nuevo dirigiéndose a Marina. – Me gusta mucho.

– Pero, ¿quién? – preguntó Alejandra. – ¿Le conocemos?

– No, se llama Nacho. Sólo llevamos una semana hablando.

– Hablando dice. – rio Luisita. – Y la otra noche casi les echan del bar por meterse mano ahí en medio.

– Pues como tú y Amelia.

Luisita puso los ojos en blanco, mientras se sonrojaba, fingiendo que le molestaba lo pesada que era su hermana con el tema. Porque en realidad, no era cierto. Luisita y Amelia sólo se besaron un par de veces en aquella quedada, pero María estaba demasiado pendiente de Nacho como para darse cuenta, así que Luisita sólo le seguía el juego para darle credibilidad a su relación.

– Algo tendríamos que hacer mientras os dabais el lote. – murmuró.

– Pues de nada. – le guiñó el ojo María, haciendo que Luisita no pudiera evitar sonreír.

– A ver, explicaos. – preguntó Marina. –¿Quién es este Nacho?

– El mejor amigo de Amelia, que el otro día tuvimos una cita doble los cuatro. – explicó María, mientras sacaba el móvil para buscar una foto de él y enseñarla.

– Vaya, citas doble y todo... – habló Esther por primera desde que empezó aquella conversación. – Vais en serio.

Miró fijamente a Luisita y la rubia sintió que los latidos se le aceleraban, pensando en que Esther la conocía demasiado bien y que a ella los ojos le delataban demasiado.

– Bueno, poco a poco vamos, sí.

– Quién lo diría. – murmuró de nuevo su exnovia.

– ¿Por qué lo dices?

– No sé, Amelia no parece el tipo de chicas que te gusten.

– ¿Te refieres a las guapas y simpáticas? – preguntó María.

– ¿Por qué eres tan escéptica con ella? – se dirigió a ella Alejandra, haciendo que Esther se removiera algo incómoda.

– No lo soy, sólo creo que Luisita no debería conformarse con cualquiera. Simplemente me dio la impresión que es una chica con la que pasar un buen rato y ya está, pero no es de las chicas de películas con las que sueñas.

– ¿Te refieres a la chica que viene hacia aquí con una rosa en la mano? – preguntó Marina, haciendo que todas se giraran en la dirección de su mirada.

Amor de película (y otras mentiras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora