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Amelia caminaba hacia el portal de la rubia con un nudo enorme en el estómago por cómo se despidieron la noche anterior. No sólo porque se sentía mal por haber sido distante, sino porque temía que eso hubiera tenido consecuencias y que ahora fuera la rubia la distante. No sabía por qué, o más bien no quería pensarlo, pero la idea de Luisita tomando distancias con ella la aterraba más de lo que se quería admitir a sí misma.

Giró la esquina de la calle y ahí estaba Luisita, que sonrió al verla, y Amelia sintió cómo aquel nudo horrible se deshacía. Sólo con una sonrisa, Luisita había hecho que desapareciera aquella horrible sensación.

Llegó hasta ella y la rubia fue a abrir la boca para saludarla, pero Amelia no la dejó. Con una mano en su cintura y la otra enredada en los mechones rubios de su nuca, Amelia la atrajo hacia ella para darle un beso que sacó un gemido de sorpresa a la rubia.

– ¿Y esto? – preguntó Luisita sorprendida por aquel saludo.

– Tenía ganas de besarte. – admitió Amelia haciendo que la rubia volviera a sonreír antes de que se besaran de nuevo.

Se separaron y Luisita se la quedó mirando, haciendo que el corazón de la ojimiel latiera con rapidez

– Oye, Luisita. Quería pedirte perdón por ayer.

El gesto de la rubia cambió y negó con la cabeza levemente.

– No hiciste nada malo.

– Pero tampoco me porté bien contigo. Estuviste esperando a que saliera de la audición y no lo aprecie como debí porque... Me rallé.

– ¿A qué te refieres?

– A que es la primera vez que alguien tiene un detalle bonito conmigo y temí que... Que lo hicieras por lo que te dije cuando salimos del cumpleaños de tu madre.

Luisita se la quedó mirando unos segundos en silencio, antes de alejarse de ella haciendo que Amelia alejara sus manos de su cuerpo.

– Yo no escuché nada.

– Luisita...

– A ver, Amelia. ¿Qué quieres que te diga? Sí, lo hice por eso, porque tú a mí también me gustas mucho, pero no soy idiota. Tú eras la única persona que no me miraba como "la pobre de Luisita" así que, por favor, no empieces a hacerlo ahora. Sé lo que hay, me lo has repetido mil veces y me encantaría que sigamos divirtiéndonos sin que empiece a ser incómodo sólo porque hayamos dicho que nos gustamos en voz alta. No es nada que no supiéramos hasta ahora, ¿no?

Amelia le sonrió y volvió a poner sus manos en la cintura de la rubia.

– Tienes razón. – dijo haciendo que Luisita sonriera levemente.

– Siento que te incomodara ir a verte.

– No me incomodó, me encantó. Siento haber reaccionado así, soy idiota.

– Un poco. – la vaciló sin poder evitar sonreír levemente, haciendo que Amelia se acercara para volver a besarla.

– Venga, va. Vamos a pasarlo bien, ¿sí? – Luisita asintió y Amelia volvió a dejarle un pequeño beso. – A dónde quieres ir a cenar.

– Pues... La verdad es que hay un sitio que me encantaría ir.

– Pues indica el camino.

Pero no se movieron, volvieron a besarse y Amelia susurró un "guapa" que hizo que a Luisita le temblaran las piernas y algo en el pecho que hizo que sonriera como una tonta.

Por primera vez desde que se conocían, caminaron juntas cogidas de la mano, y aunque para Luisita esa era una sensación algo familiar a pesar de que jamás se había sentido con nadie como se sentía con Amelia, para la ojimiel era la primera vez que hacía algo así.

Amor de película (y otras mentiras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora