9

875 124 11
                                    

– ¿Qué preferirías, meter la cabeza en una caja de arañas muertas o comerte una viva?

– Virgen Santísima, Luisi...

María bebió su cerveza sin contestar a la pregunta de su hermana porque la verdad, acostumbrada a que hiciera lo mismo siempre que estaba nerviosa. Sin embargo, el silencio no ayudaba a tranquilizar a la rubia.

– Es que esto no es buena idea, de verdad. – murmuraba nerviosa.

Las dos hermanas estaban solas en el bar que habían quedado con Amelia y Nacho, y Luisita estaba a punto de hacer un agujero en el suelo de tanto mover la pierna, cosa que sólo estaba provocando que María empezara a perder los nervios también.

– ¿Por qué no?

– Pues porque no, María.

–¿Tienes miedo a que diga algo comprometido delante de Amelia? Porque lo voy a hacer. – dijo con una sonrisa vacilona. – Soy tu hermana mayor y es mi trabajo.

Luisita negó con la cabeza y aunque resopló, no pudo evitar devolverle la sonrisa. No estaba nerviosa por eso, ¿por qué iba a estarlo? María no podía decir nada que pudiera estropear su relación con Amelia porque no había nada que estropear. No eran nada, ni si quiera estaba segura de si podían llamarse amiga la una a la otra.

Lo que realmente tenía de los nervios a Luisita era que ella no sabía actuar, y su hermana era siempre la primera que le pillaba las mentiras. No sabía en qué momento pensó que esto saldría bien.

Pero entonces Luisita se dio cuenta de que María también parecía estar más inquieta de lo normal.

– Bueno, ¿y tú porqué estás nerviosa?

– Yo también tengo una cita, ¿Recuerdas? Y a diferencia de ti, es una primera cita.

– Ya, pero... es Nacho.

– ¿Y?

– Pues no sé, Mary. Que te he visto salir con chicos más guapos y con muchos más músculos. Ni si quiera sé cómo te llama la atención.

No es que a Luisita le cayera mal Nacho, a pesar de lo inoportuno que era cada vez que llegaba piso estando ella ahí, pero tampoco entendía cómo su hermana podía estar así por un chico que apenas conocía.

– Pues me llama la atención, Luisi, y mucho. ¿Sabes que es lo que hace que quiera conocerlo?

– A ver, dime.

– Que es bailarín.

– Ya...

– ¿Y sabes qué baila?

– Sorpréndeme

– Ballet.

Luisita se rio sin poder evitarlo porque la verdad nunca se lo habría imaginado. Aunque, a decir verdad, la imagen de Nacho en mallas tampoco era algo que quisiera imaginarse.

– A eso me refiero. – dijo María señalando su reacción. – Es un chico hetero que baila ballet porque es su pasión y le da igual lo que digan de él o los prejuicios y los estereotipos. ¿Sabes lo difícil que es encontrar un chico así? Porque estoy harta de salir con heretobásicos que no saben mantener una conversación sin mencionar cada dos segundos el gimnasio, el fútbol o cuándo va a ganar Fernando Alonso la 33.

María se pasó la mano por el pelo y suspiró levemente, y Luisita se dio cuenta

– Igual hoy le conozco mejor y es un gilipollas o simplemente no me gusta, pero... Me hace ilusión, ¿vale?

Luisita estudió a su hermana, que sí, había tenido algún que otro novio, pero María no era de las que iban en busca del amor como lo hacía ella. No era una romántica empedernida ni lo deseaba. Así que, verla de aquella manera, hizo que su pecho se encogiera levemente.

Amor de película (y otras mentiras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora