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Tocó el timbre de Amelia y esperó unos segundos mientras abría. La ojimiel le había mandado un mensaje hacía unas horas para quedar porque tenía algo que contarle. Sólo le había dicho que fuera a su apartamento y que ahí le contaría, y a pesar de que saber que llegaba temprano, Luisita estaba frente a su puerta.

Amelia la abrió vestida con unos pantalones de cuero ceñidos y una camiseta con escote que haría que Luisita se tirara toda la noche intentando no desviar su mirada hacia aquella zona. Sin embargo, su pelo aun estaba mojado y se lo secaba con una toalla.

– Has llegado temprano, un poco más y me pillas en la ducha.

Luisita sonrió algo sonrojada al pensar en esa imagen.

– Es que has dicho que tenías que contarme algo y yo soy muy impaciente.

Amelia se rio y se apartó para hacerle hueco.

– Anda, pasa.

Luisita pasó junto a ella, pero se detuvo cuando la escuchó hablar.

– Me acaba de llamar mi representante.

Amelia cerró la puerta y se acercó a ella mordiéndose el labio.

– ¿Qué te ha dicho?

– Que tenía noticias sobre la audición de Netflix.

– ¿Ya tienes la fecha?

Amelia negó la cabeza y cogió aire.

– La hice ayer.

– ¿Qué? – preguntó la rubia entre sorprendida y enfadada. – ¿Por qué no me lo dijiste?

– Porque... No sé. – dijo en un tono mucho más bajo. – No quería decepcionarte si me rechazaban. Me has ayudado tanto que... yo que sé.

Se removió algo incómoda ante la confesión y a Luisita no le dio tiempo a responder.

– El caso es que quería esperar hasta tener alguna noticia.

– ¿Y?

La sonrisa de Amelia se amplió tanto que fue imposible que no lo hiciera también Luisita a pesar de no saber aún qué esperar.

– Quieren que vuelva.

– ¿Y eso es bueno? – preguntó haciendo reír a Amelia.

– Sí, eso es bueno. Eso quiere decir que están reduciendo candidatas y sigo adelante en el proceso de selección.

Luisita pegó un pequeño grito y se lanzó sobre los brazos de Amelia para abrazarla con fuerzas. La ojimiel tardó unos segundos en reaccionar, porque nadie se había alegrado tanto por ella por sólo una segunda llamada, ni la había abrazado haciéndole sentir ese apoyo, consiguiendo que unas sensaciones nuevas se crearan en el pecho de Amelia.

Finalmente, también abrazó a Luisita, apretándola contra su pecho, temiendo que la rubia sintiera lo fuerte que latía su corazón.

Salieron del abrazo, pero siguieron rodeándose con sus brazos, y sin pensarlo mucho, Amelia la besó, haciendo que la rubia gimiera de la sorpresa.

Se separaron con una sonrisa tonta y Amelia le dejó un último beso antes de salir de sus brazos.

– Voy a secarme el pelo y salimos a celebrarlo, ¿te parece?

– Si me lo hubieras dicho me hubiera arreglado más.

– A ti no te hace falta arreglarte para estar guapa. – le susurró mientras guiñaba el ojo y se alejaba al baño, dejando a la rubia completamente sonrojada en el salón.

Amor de película (y otras mentiras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora