Amor de película (y otras mentiras)

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La mejor noche de tu vida

Buenos días, princesa.

Luisita

¿No habíamos quedado con un simple "cariño"?

La mejor noche de tu vida

Me gusta improvisar

No pudo evitar soltar una pequeña risa, pero la cortó cuando sintió la mirada de su mejor amiga sobre ella.

Hacía un par de días desde que se había despedido de Amelia en el salón de su casa y apenas habían intercambiado un par de palabras desde entonces. Primero porque tampoco tenían mucho de lo que hablar, porque al fin y al cabo, su relación se basaba en aparentar delante del resto. Y segundo... porque aún intentaba olvidar la sensación de Amelia tan cerca de sus labios.

No era la primera ni la segunda vez que sus labios estaban tan alcanzables, pero esta vez... era diferente. Parecía diferente.

Marina bufó a su lado, sacando a Luisita de sus pensamientos y cuando siguió la dirección de la mirada de su amiga, se dio cuenta del motivo.

Estaban ellas dos sentadas en unas mesas del King's mientras que el resto de sus amigas habían ido a pedir las bebidas, es decir, Esther y Alejandra. Pero lo que había hecho que Marina bufara de aquella manera era que la pareja se estaba besando sin ningún tipo de pudor mientras esperaban ser atendidas.

Verlas así al principio dolía, y dolía mucho, porque ninguna de las dos se había reprimido nunca delante de Luisita. Pero ahora... ahora simplemente se había acostumbrado a ello, lo había aceptado, y era a Marina a la que ahora le molestaba mucho más todo aquello.

– Marina...

– ¿Qué?

– Están enamoradas. – respondió con suavidad Luisita.

– Ya, joder. ¿Pero tienen que darse el lote de esa manera delante de ti?

– Marina...

– Que sí, que sí. Que te da igual, pero a mí no. – suspiró y se giró hacia Luisita suavizando su expresión. – Sabes que las quiero, que ellas también son mis amigas, pero tú... tú eres mi mejor amiga.

Luisita sonrió con cariño y le cogió la mano para tranquilizarla.

– Lo sé, tú también eres mi mejor amiga. Pero de verdad me da igual, estoy bien.

Marina suspiró y agachó la cabeza.

– Ya...

– De verdad, Marina. Ha pasado tiempo y hemos pasado página. Ella está con Alejandra y yo...

– Tú estás con Amelia, ¿no?

La sonrisa de Luisita flaqueó unos segundos cuando su pulso se disparó, pero se repuso.

– Sí. Yo estoy con Amelia.

Marina se rio sin gracia negó con la cabeza.

– ¿Qué?

– Que, si de verdad estuvieras bien, no fingirías que estás saliendo con una desconocida.

– ¿Qué? – preguntó casi sin voz.

– Me has escuchado perfectamente.

– Yo... – tragó saliva y carraspeó un poco. – Joder.

Se tapó la cara mientras sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Mientras su vida se iba a la mierda.