Capítulo XLV

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Fue llevado a otra habitación.

No escuchaba nada de lo que sucedía en las habitaciones que estaban a ambos lados.

Se la pasó todo el día buscando cómo salir de allí, pero las puertas eran grandes y pesadas, no había manera en que pudiera siquiera hacerle un rasguño.

Bueno, al menos tenía baño y tenía una cama.

Había ropa sobre el colchón y una toalla. Viendo todo eso, se tranquilizó, si eran atentos con él, seguramente lo eran más con la bebé. Después de todo, los necesitan a ambos.

Tomó una larga ducha, la necesitaba.

La ropa no era tan de su estilo, pero era mejor a nada.

Se sentó en la cama mientras secaba su cabello, teniendo la toalla en su cabeza, luego, fue secando las puntas, apretándola contra su cabello hacia arriba, haciendo que se crearan ondas en sus mechones lilas.

Dio un largo suspiro, deseaba volver a casa, ya no quería estar ahí encerrado.

Seguía pensando y dándole vueltas al tema de Granolah. ¿Por qué nunca dijo nada al respecto? ¿Por qué ocultarle algo tan grave?

Sí, puede que haya temido al rechazo o cosas por el estilo, pero eso no era algo de lo que debería preocuparse con él, con sus amigos, los cuales confiaron siempre en su palabra, los que siempre le ayudaban.

Debió haberlo dicho, buscar un programa de protección de testigos, algo... para que ellos ya no pudieran seguirle el rastro.

El miedo y la desconfianza hicieron que cavaran su propia tumba. Ahora Granolah y Maki debían entregarse si querían que la bebé y él volvieran a salvo a casa, un intercambio... un intercambio que quizás no tenga devolución.

—Debiste... haberme dicho lo que sucedió. No romper mi confianza en ti de esta manera.

Se sentía traicionado por él, quería ponerse en sus zapatos, el miedo a que pensaran lo peor de él... especialmente de su mejor amiga, pero le era imposible no sentirse dolido por ello.

Mientras tanto en la capital...

Bardock ya habría puesto la ciudad patas arriba si no fuera porque no debía hacerlo por el bien de su nieta.

El estrés había hecho que las cajetillas de cigarrillos volvieran a su bolsillo, al igual que los encendedores. Gine no le decía nada, después de todo, sabía que en ese momento no la escucharía.

Fumar lo relajaba... al menos un poco.

Black ahora mismo estaba en su habitación con Vegeta.

Vegeta esperaba a que Black dejara el celular. Estaba en una llamada importante, dando vueltas por su habitación, eso le estaba poniendo algo nervioso.

A ambos se le notaban ojeras que con el paso de los días se iban haciendo aún más pronunciadas.

—Vegeta.

—¿Hallaron algo?

—Eh, no exactamente, pero sí un viejo contacto de ellos. Uno que se apartó hace años de los Heata.

—¿Ah sí? ¿Está dispuesto a ayudarnos?

—Los agentes están yendo a buscarlo. Quieren hablar con él primero y luego vendría a la ciudad.

—Eso es perfecto.

Habían pasado tres días, pero parecía que habían pasado meses para ellos. El tiempo lo sentían pasar distinto.

—Debemos esperar, quizás lleguen aquí en un par de horas a más tardar.

—Cualquier cosa que pueda ayudarnos a traer de vuelta a nuestra pequeña y a Trunks es bienvenida—Black se le acerca y deja un beso sobre su cabeza.

Pelear Por Tu Amor 《Black×Vegeta》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora