Capítulo XLVI

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Rey estaba ya afuera, se iría con el agente, quien estaba yendo a encender el vehículo.

—Rey.

Oyó la voz de su hijo mayor.

Giró y lo vio, este estaba parado en la entrada de la casa.

—Así como dijiste lo que hacían los Hermanos Heata, deberías de confesar lo que hiciste. Debiste haber confesado lo que le hiciste a mamá, que por tu culpa no puedo verla, porque si me aparecía en la capital del sur, me encontrarías y sabrías donde buscarme. Me encontraste ahora, ya nos viste, has visto lo que hemos cambiado. Pero a mi bebé no vas a verla jamás, porque no quiero que lo hagas, no tengo redes con mi nombre, mi esposo tampoco, no hay fotos en línea, aunque quieras buscar cosas sobre ella, no encontrarás nada, nunca sabrás si se parece a mí, a mi esposo o a mi mamá. Después de esto, deberías buscar enmendar tu error abismal e iniciar por decir la verdad, a mamá le queda aún tiempo de condena, pero tú deberías pasar por lo que ella sufrió y más.

Rey lo miraba, su rostro no demostraba ni una sola emoción. Veía esas ojeras bajo los ojos de su hijo, jamás lo había visto así en los años en los que lo crió solo.

—¡Eso es lo que más odio de ti! ¡Que aunque yo esté a punto de romperme, que aunque yo me esté deshaciendo frente a ti, tú nunca demuestras nada, ni un maldito sentimiento, ni pena, ni culpa, ni remordimiento! ¡Nunca me demostraste una pizca de cariño, por eso es que no quiero que estés cerca de mi hermano ni de mi hija!

Las lágrimas de rabia e impotencia acompañaban su voz, la cual estaba gritando lo que tantos años se guardó, lo que no pudo decirle cuando se fue. Las quitó rápido de sus mejillas, con rudeza.

—¡Puede que Tarble aún te llame "Papá", pero en lo que a mí concierne, tú no eres nuestro padre desde que nos condenaste a vivir sin nuestra madre! ¡No eres nuestro padre y jamás volverás a serlo! ¡Nunca! ¡Y mi bebé crecerá feliz porque tiene una familia de verdad, no una que sólo tiene puestos los ojos en el dinero como tú! Si no dices la verdad, pronto lo haré yo, aunque no tenga ninguna maldita prueba, aunque mamá no quiera dar su declaración, yo voy a hundirte, porque ya perdí el miedo a verte, porque sé que lo que tengo no es miedo, es rabia. Y ya no puedes hacer nada por llevarme de nuevo a la capital.

—Tarble... aún no cumple mayoría de edad, ¿no?

Eso le estrujó el corazón a Vegeta.

—Tú no dirás nada, porque sabes que me puedo llevar a Tarble.

—¿Me estás chantajeando con Tarble? Eres tan nefasto como siempre... tal y como recuerdo, y yo pensando que tú eras mi héroe, creyendo que mamá era la mala en esta historia... cuando siempre fuiste tú, tú siempre fuiste el malo de nuestra historia. Te odio... y dudo mucho que en algún punto ese sentimiento se vaya de mi pecho. ¡Te odio! ¡Te odio tanto, maldito infeliz! ¡Espero que cuando acabe esto, hayas pensado bien en lo que te dije y no hagas que yo tenga que hacerlo! ¡Y nunca vuelvas a utilizar a mi hermano como amenaza! ¡Él no es un objeto, no es un maletín lleno de fajos de dinero! ¡Es una persona que siente y piensa, es la persona que más amo en esta vida junto a mi hija y mi pareja! Jamás te voy a perdonar... nunca... aunque se me caiga el mundo encima, jamás te perdonaré, Rey Ouji.

Oyeron el ruido de un motor, el cual se hacía más claro. Era el agente. Había dejado el coche bastante lejos.

—Adiós, hijo.

—No soy tu hijo.

Vio como ese hombre se subía en el lado del copiloto y se iba con el agente.

Vegeta quedó sentado en las gradas de la entrada. Tomando su rostro y su cabeza.

Pelear Por Tu Amor 《Black×Vegeta》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora