Capítulo XLXI

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Aún no decían nada sobre el estado de Granolah. Entraban y salían médicos y enfermeros, pero ni uno tenía tiempo para responder a nada.

Su madre estaba sentada en uno de los asientos que había en ese pasillo.

Vio que un moreno con cicatriz en la mejilla se acercó, había visto que estaba junto a los que, suponía, eran los amigos de su hijo.

Este se sentó casi a la par, dejando un asiento entre los dos.

—Trunks me dijo que usted es la mamá de este muchacho, Granolah.

—Sí. Usted... ¿Quién es?

—Soy padre de uno de sus amigos. Quería decirle que no se preocupe, él seguramente se repondrá y podrá tener una vida normal de ahora en adelante.

—Espero que así sea, ya no quiero que siga huyendo y escondiéndose con Maki.

Luego de bastante tiempo al fin un médico salió sin parecer que estaba en circuito de formula 1.

Se acercó a la madre de su paciente y le fue explicando los daños que había recibido su hijo.

Las múltiples mordidas, la herida de bala y el colapso que sufrió luego de eso. Lograron bajarle la fiebre, había empezado a alucinar por eso. Se veía muy pálido y estaba con bastantes vendajes.

Podía respirar por cuenta propia, no necesitó ser intubado ni mucho menos, pero igual tenía una intravenosa. El sangrado logró ser controlado, aunque quedarían bastantes cicatrices en su cuerpo y extremidades, especialmente su espalda y una de sus manos, mas sólo una en su cabeza, el roce de bala sería lo único que quedaría de recuerdo en ella, la herida en su ojo se curaría y no quedaría marca.

Ahora sólo esperarían a que los medicamentos bajaran un poco y que así despierte.

Se pondría bien. Sólo era cuestión de tiempo y cuidados.

—Oh, gracias al cielo—Tomó un rosario que tenía en su cuello y puso su mano en su pecho.

—Esto... es de él, ¿no? Guárdelo, se lo quitamos para que no le molestara y no se perdiera.

Le mostraba otro rosario, sólo que este tenía una de las bolitas rojas a cada lado.

Lo agarró con cuidado viéndolo detenidamente. Él siempre usaba ese rosario.

—Después podrá pasar a verlo.

—Muchas gracias.

El médico de fue.

Ahora sólo faltaba que despertara y poder verlo luego de tantos años.

Bardock se llevó a sus hijos y a los hermanos Ouji, en cualquier momento amanecería. Quiso llevarse a Trunks, pero este no aceptó, no quería moverse de allí.

Vegeta también trató de convencerlo, pero él no dio el brazo a torcer.

Pensaba que si se iba, que si se apartaba de su lado, no volvería a verlo jamás, que sus padres harían hasta lo imposible por alejarlo.

Se quedó y nadie lo movería de allí. Él había estado bien físicamente, nunca le hicieron daño y Granolah la había pasado muy mal esos días, siendo culpado de todo, recibiendo daños y heridas tanto físicas... como psicológicas. No iba a irse. No hasta que pueda verlo en pie y sonriéndole una vez más.

—Déjalo, ustedes también eran tercos cuando Black estaba en el hospital. Saben bien que no se apartará de él.

Y fue así. Salió el sol y avanzada la mañana, nadie lo convenció de ir a descansar.

Pelear Por Tu Amor 《Black×Vegeta》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora