¹⁷. ¿dónde está Pete?

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Cuando Vegas intentó despertar, se le hizo la cosa más jodidamente difícil que nunca había hecho. Estaba vuelto una mierda, su piel se sentía desgarrada, los músculos le dolían, le costaba respirar y tenía escalofríos en su cuerpo.

Intentó moverse, soltando una maldición al aire, su espalda baja punzaba dolorosamente, sus ojos se acostumbraron a la luz de la habitación, el sol estaba en su total plenitud, entrando por los grandes ventanales de la habitación. Sus párpados pesaban y su cabeza tenía un dolor insoportable.

Notó que estaba en la casa de Tawan, más específicamente, en su habitación de la casa de Tawan. Vestía el conjunto de la noche anterior, sin embargo, ya no era pulcramente blanco, ahora estaba llena de sangre y se le pegaba a su piel herida y sudorosa.

Vegas intentó decir palabra, pero su voz no pareció colaborar, le dolía la garganta. Con dificultad, se sentó sobre la cama y miró en el espejo que hay en la habitación, sintiéndose tan destrozado de no poder reconocerse. Jadeó lleno de horror, su rostro estaba totalmente herido, lleno de moretones y sangre, además de que su cuerpo lo sentía tan repugnante.

Sintió la ira invadirlo de pies a cabeza, la indignación, el dolor y las ganas de llorar por lo tan usado que se siente. Ya fue desechado, arrastrado hasta una habitación y lanzado hasta que recupere la conciencia. No recibe un consuelo, ninguna jodida cura a su dolor, simplemente ya cumplió su trabajo. Y ya no sirve.

Quiere irse de allí y no regresar jamás.

Con ese pensamiento, se levantó de la cama, ignorando todo el dolor lacerante en su cuerpo, la adrenalina corriendo en su sangre como loca le daba la suficiente fuerza para poder caminar y no desplomarse.

Bajó las escaleras con todas las intenciones de irse de allí, pero Vegas se detiene a medio camino, porque Tawan está sentado en la mesa del comedor trabajando en su laptop.

—Despertaste.

—¿Qué mierda me diste ayer?— interrogó Vegas con voz ronca.—Eso no era cocaína, imbécil. ¡Me dormiste!

—Yo solamente seguía órdenes.

—¡El maldito viejo Supkraserit no tenía ningún derecho de drogarme sin mi consentimiento!

—No fuiste obligado, tú querías drogarte, yo simplemente hice el trabajo más sencillo.

Vegas sintió las lágrimas salir de sus ojos, estaba tan enojado, tan malditamente molesto y cegado, se sentía tan usado y humillado.

—¿Qué fue lo que me diste?

—Alguna droga analgésica, no lo sé ¿No deberías agradecerme? Te ahorré todo el sufrimiento de ayer.

—¡No! ¡Me violaron contra mi voluntad y yo no estuve presente allí! ¡Y tú- — la voz de Vegas se rompió por el enojo.—¡Tú solo ibas a vigilarme! ¡¿Por qué te involucraste?!

—¿Por qué estás haciendo tanto escándalo? No es la primera vez que te drogas, ni la primera vez que follas con dos personas, tampoco la primera vez que tengo sexo contigo inconsciente. ¿Por qué mierda lloriqueas?

Sentía que su corazón iba a salirse de su pecho, empezó a temblar y su respiración a fallarle. Estaba tan asustado por lo que iba a hacer, pero ya no tendría vuelta atrás.

—Que ya lo haya hecho no lo hace más fácil, malnacido, yo tenía control de mi conciencia. Y me quitaste eso también, ¿qué más vas a quitarme?

—Vegas, yo puedo quitarte todo lo que quiera, hasta que ya no quede nada. ¿Acaso no lo habías entendido ya?

Vegas negó.—No voy a seguir haciendo esto.

—Es tu parte del negocio familiar.

—¡Renuncio al negocio familiar, entonces!— dijo Vegas acercándose a paso firme.—¡Estoy fuera de esta mierda!

(don't) let me go [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora