+18
Pete no supo cuanto tiempo lloró, cuánto tiempo se disculpó de Vegas con un nudo en la garganta y estuvo acurrucado en sus brazos.
En un punto de todo ese sufrimiento, Pete estaba tan aferrado a Vegas, que el mayor lo que hizo fue poner sus piernas alrededor de sus caderas y levantarlo del suelo, para después abrir la puerta de su habitación y entrar sin dejar de abrazarlo.
Vegas se posicionó sobre su cama con Pete encima de su regazo, y le acariciaba toda la extensión de su espalda con ternura. Cuando Pete se sintió lo suficientemente estable para poder soltarse de Vegas, se separó del abrazo y lo miró a la cara.
—Lo siento, cariño— masculló en voz baja.—Realmente lo siento. Perdóname.
—Hey, está bien.— dijo Vegas acariciando sus mejillas, sus dedos borrando los rastros de las lágrimas.—No debo perdonarte nada. Te creo.
Pete sorbió su nariz y sonrió débilmente, alzó sus manos y acarició el rostro de Vegas, las yemas de sus dedos delineando las ojeras leves que tenía bajo los ojos irritados del mayor por sus lágrimas anteriores.
—Lamento haberte hecho llorar.
—No te preocupes por eso, Pete— respondió el mayor sonriendo.—Solo estoy tan feliz de que estés bien. Estaba preocupado.
—No planeaba desaparecer tanto tiempo, lo siento.
Vegas negó con la cabeza mientras bajaba sus manos del rostro a su cuello y sus brazos, acariciando la piel expuesta de Pete con lentitud y devoción. El mayor sintió que sus ojos volvían a llenarse de lágrimas, así que escondió su rostro en el pecho del menor.
—¿Estás bien?— preguntó Pete preocupado.
El Theerapanyakul asintió con la cabeza rápidamente. Susurró;—Mierda, es que te extrañé mucho.
Pete lo apretó contra su cuerpo.—Ya estoy contigo, cariño. Lamento tardar más de lo que debía.
El menor empezó a repartir besos por su cabello, mejillas y por su cuello en señal de disculpa, acunó la suave mejilla de Vegas que estaba levemente violácea por el maltrato que había recibido anteriormente, pero se encargó de besarlo lo suficiente para olvidar el dolor.
Sus labios borraron las lágrimas que quedaban y dejaban un delicado camino de besos por su frente, hasta el puente de su nariz y su boca, tomándose todo el jodido tiempo del mundo para saborear a Vegas, como si fuese la primera vez que lo hacía en mucho tiempo, el beso sabía a tabaco y menta, sabía a buenas noches, y eso les encantaba.
Vegas sentía que era lo correcto, sentía que la única manera en la que podía respirar y vivir era a través de los besos de Pete, el oxígeno de Pete era el suyo mismo, respiraba su mismo aire y sus latidos se sincronizaban con los de Pete. Y eso era lo que hacía sentir a Vegas seguro.
Sus manos se deslizaron por el torso de Pete y tomó su cintura para apretarla entre sus dedos, lo quería tener más cerca, lo quería más pegado a él, fusionado contra su piel.
Sin dejar de besar sus labios, los únicos que se sentían tan malditamente bien contra los suyos, deslizó sus dedos por el interior de la holgada camisa de Pete, cediendo ante la necesidad de querer sentirlo más, querer tenerlo de cualquier manera, lo anhelaba, anhelaba sentir, y sentir, y sentir aún más. Sus manos tocaron toda la piel de su espalda baja, subiendo con un toque leve pero provocativo, las yemas de sus dedos delineando cada vértebra de su columna y contando cada costilla a sus costados, buscando calentar la helada piel con sus manos.
Pete no protestó, es más, jadeó contra su boca cuando sus cálidos dedos rozaron su piel fría, hasta que llegó a su pecho, y mirando a Vegas a los ojos, le regaló una sonrisa que podía ser ilegal por lo maravillosa que era.
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(don't) let me go [VegasPete]
Mistério / Suspense"Odiamos a alguien cuando realmente queremos amarle, pero no podemos amar. Tal vez él mismo no lo permite. El odio es una forma disfrazada de amor." 🌦️ Vegas es ese tipo de persona que Pete odiaba tener cerca de él, odiaba cuando invadía su mente y...