▍║Pusilánime║▍

XII

Max Verstappen no va a tener hijos, y que lo perdonen Dios y el mundo, por privarlos de su descendencia pero no va a convertir en una rutina despertarse en la madrugada por el llanto de un bebé.

-Max, tu desayuno.- El Omega le recuerda, sacándolo de sus pensamientos. El Alfa parpadea, luciendo somnoliento y sus ojos se fijan en el cachorro en el regazo de Sergio.

Arthur Sainz lo observa, con una sonrisa de encías rosadas y el Alfa contiene un gruñido porque bueno, el niño es un demonio del sueño pero es malditamente adorable.

-Ven a cenar hoy.- Checo le dice y el rubio levanta la mirada de su desayuno para fijarla en el Omega. Los ojos del castaño se posan en él, con la mirada decidida cuando continúa. -Charles viene por Arthur hoy. Te esperaré para cenar-

-Intentaré llegar temprano.- Es todo lo que le dice y el mexicano sonríe satisfecho por sus palabras. Vuelve la vista al bebé, acercando una servilleta
para limpiar su carita llena de puré bajo la atenta mirada del Alfa. -¿Me esperarás para tomar un baño juntos también?- Le pregunta, conteniendo una sonrisa al ver al otro sonrojarse hasta las orejas.

El mayor murmura bajo algo que no escucha. Max ve el agarre del Omega en la pequeña cuchara vacilar, dejando caer sobre la mesa un poco de puré y Arthur se queja en su regazo, quizás por el ascenso intenso de su aroma, su pequeña naricita arrugándose y deja ver su molestia en un corto berrinche que termina con sus manos volteando el pequeño plato con puré.

-¡Arthur!- Sergio lo regaña, dejando ir un jadeo al ver el desastre en la mesa y en la ropa del bebé. -Tuviste que heredar la personalidad quejumbrosa de Charles ¿verdad? Carlos es un solecito, debiste haber sido como él.- Le murmura, apretando los labios cuando el bebé extiende el puré sobre la mesa con sus manos.

Emilian sigue con la vista al pecoso en su camino rápido lejos de la cocina y se dispone a terminar su desayuno una vez que está solo. Al cabo de los minutos el Omega regresa con un cachorro limpio y el Alfa lo ve acercarse a él, casi extendiéndole el bebé.

-¿Puedes sostenerlo un momento?- Le pide, mientras está dejando en las manos del rubio el cuerpecito de Arthur, quien aferra sus manos al traje costoso del neerlandés. -Solo serán unos minutos. Necesito cambiarme.-

Los ojos de Max van al suéter con rastros de puré y luego a la mejilla del Omega. Acerca su mano, quitando una pequeña mancha en el pómulo pecoso de su marido, quien se sonroja poquito con los ojitos brillosos en el Alfa.

-Apresúrate, tengo una reunión en la mañana.- Le dice, trayendo al Omega a la realidad.

Sergio se aleja, subiendo las escaleras con rapidez y cuando su figura delgada desaparece, los ojos del rubio van al cachorro. La cabeza del bebé está apoyada en su pecho y el Alfa hunde la nariz en su cabello negro, inhalando la esencia del cachorro mezclada con la de Checo. Su lobo se revuelve en su pecho y Max cede al instinto que lo hace marcar al niño con su propio aroma hasta que el bebé huele a Sergio y a él. Sonríe ante aquello, sintiendo a su lobo gruñir satisfecho y la cruda realidad lo golpea cuando los pasos del Omega bajando las escaleras se escuchan.

Dios, acababa de marcar un cachorro ajeno con su aroma cómo si fuera suyo. Sabía que eso era algo muy mal visto, los lobos eran muy recelosos con su descendencia y luego iba él haciendo una estupidez al dejar su aroma en el cachorro.

Checo apareció en la cocina, acercándose con una sonrisa al Alfa para tomar al bebé y dejar besitos seguidos en su mejilla que hacen reír al bebé. Si notó el aroma de Max en él, no dice nada y le agradece a todos los seres celestiales por ello.

-Me tengo que ir.- Se despide con rapidez, sin mirar al mexicano a los ojos y se apresura en tomar sus cosas y las llaves del auto para irse, más la voz de Sergio llamándolo lo detiene casi frente a la puerta y Emilian se maldice a sí mismo. -¿Si?- Se gira y Sergio está frente al sofá con sus cejas fruncidas. Espera tenso que el Omega le pregunte por qué marcó al bebé con su aroma, más las palabras del castaño son otras.