▍║Pusilánime║▍

XX

Calor.

Fue el primer pensamiento que azotó la mente de Sergio mientras despertaba. Hacía demasiado calor, se estaba ahogando. Abrió sus ojos con pereza, parpadeando varias veces hasta acostumbrarse a la luz de la habitación. El cuerpo detrás de él se removió incómodo, atrayéndolo más cerca y Checo soltó un quejido bajo cuando Max lo sostuvo con fuerza, pegandolo a su pecho caliente. El aroma a lluvia se percibía fuerte en toda la habitación. Sentía su garganta seca cada vez que inhalaba el aire cargado con feromonas pesadas, provocando uno que otro jadeo en el Omega.

Se removió contra el cuerpo firme del Alfa, sintiendo la erección de este presionarse en su trasero. Miró sobre su hombro con algo de dificultad, el rubio seguía dormido. Sus mejillas enrojecidas le daban un aspecto febril a su rostro, al igual que los cabellos pegados a su frente sudada.

-Omega.- El Alfa murmuró su jerarquía, llamándolo entre sueños y el rizado apretó los labios al sentir a su lobo responder el llamado, liberando lubricante entre sus piernas.

Se maldijo a sí mismo cuando el calor se volvió aún más insoportable, como si fuera su celo, pero faltaba casi un mes para que este le llegara. Quizás el de su esposo, pensó mientras deshacía un poco el agarre brusco del neerlandés sobre su cuerpo. Volvió a mirar a Emilian sobre su hombro, una punzada de dolor atravesó su vientre y más lubricante natural corrió entre sus piernas. A lo mejor su celo se había adelantado.

Intentó contener un gemido cuando la erección matutina del ojiazul se presionó contra él. Bajó su pijama hasta la mitad de sus muslos con movimientos torpes, su quehacer viéndose interrumpido por momentos en los que el menor lo apegaba nuevamente a su cuerpo, manteniéndolos en la posición de cucharita que Sergio tanto adora usar para dormir, sin embargo, una que le resultaba fastidiosa cuando sus motivos son otros.

Se apartó con cuidado del cuerpo del más alto, quien todavía abrazaba su cintura. Llevó la mano hacia atrás con dificultad, colando la mano por el pantalón de pijama del Alfa. La tela cedió con facilidad, permitiéndole liberar la erección del rubio y jadeó con satisfacción al sentirlo duro en su mano. Masajeó el pene con torpeza, la posición haciéndole difícil el mover su mano y Checo se arrastró hacía arriba, buscando que su trasero quedara a la altura de la pelvis del Alfa que gruñía en sueños tras él.

Guió la erección del neerlandés hasta su entrada que palpitaba en anticipación. Impulsó su trasero hacía atrás, hundiéndose en el Alfa y un gemido entrecortado se escapó de sus labios cuando entró el glande. Se impulsó aún más, pegando su cuerpo al de su esposo y tembló entre sus brazos cuando todo el pene del contrario estuvo en su interior.

-Dios...- Mordió su labio inferior, comenzando a moverse torpemente. El roce en sus paredes enviando una sensación placentera que se arremolinaba en su vientre y un grito de sorpresa se le escapó cuando giraron su cuerpo con brusquedad, quedando atrapado entre el colchón y el rubio.

-¿Por qué no me despertaste?- El ojiazul le preguntó con la voz ronca y adormilada a su espalda. Sergio se giró a verlo avergonzado, con las mejillas ardiendo. -No es justo que solo tú te diviertas, ¿no crees?- Un gemido alto se escapó de entre sus labios cuando el Alfa embistió en él, penetrándolo con fuerza.

-Perdón.- Musitó en un jadeo, la risa del neerlandés no se hizo esperar y el rizado se derritió debajo del cuerpo del rubio cuando este comenzó a moverse sobre él, con las manos apoyadas a cada lado de su cabeza, el aliento caliente contra su oreja. -Max...- Su cuerpo se sintió de gelatina cuando el menor se retiró, girándolo en un hábil movimiento para que ambos estuvieran frente a frente.

-Quiero verte.- El Alfa le dijo ronco, con atisbos de su voz de mando. Checo gimió en el beso que le dio, aferrándose a la espalda fuerte de su esposo cuando este comenzó a moverse, enterrándose en él, a la par que le sacaba uno que otro gemido.