▍║Pusilánime║▍

XXVII

Había conocido a Kelly en una de las muchas fiestas que organizaba la alta sociedad. Se había presentando hace un año en ese entonces, por lo que el aroma suave a rosas de la chica no pasó desapercibido por él cuando sus familias los presentaron.

Junto a la Omega había otro chico de cabellos castaños y rizos revueltos que lo miraba con ojos brillantes, lo ignoró, centrando la mirada en Kelly, en sus mejillas rosadas y sus ojos que lucían como medias lunas cuando sonreía. Max se había prendado de ella en aquel entonces, al punto de que no le molestó en absoluto cuando sus padres le hicieron saber que habían concretado un compromiso con uno de los hijos de la familia Pérez. A su mente, había llegado el rostro precioso de Kelly, no había podido ni quiso quejarse en aquel entonces.

Sin embargo unos años después, terminó comprometido con Sergio Pérez y entonces, la caja de Pandora que contenía todos y cada uno de los sentimientos negativos que podría tener por una persona se abrió, volcándose completamente sobre el Omega.

La actual Kelly sigue siendo una Omega jodidamente preciosa a la vista, su figura se mantiene a pesar de sus dos hijos y aunque luce un poco enferma y pálida, no opaca el porte perfecto que tiene.

Max la escruta con la mirada, y todo lo que esa chica había provocado en él y en su lobo, ya no está Max Verstappen mira a la persona que en un pasado consideró el amor de su vida y siente... nada. Absolutamente nada.

-Gracias por reunirte conmigo. Sé que debes estar muy ocupado con el trabajo.- Kelly le dijo, sacándolo de su trance mental. Él le resta importancia al asunto, dejando caer los hombros en una posición relajada. -Además, gracias por guardarme el secreto. No te lo hubiera pedido de no ser necesario.-

Ambos están sentados en ese restaurante ridículamente caro en el hotel en el que la Omega se hospeda. El rubio la observa de reojo y ella luce apagada, hay un apósito cubriendo el sitio donde el Alfa recuerda que descansaba una marca y se hace una idea del tema que van a tratar.

Sus comidas están intactas sobre la mesa, ninguno tiene apetito y el ambiente no es agradable como para compartir un almuerzo. Max solo quiere terminar la conversación e ir a hundir la nariz en el cuello de Sergio, para drogarse con su aroma.

-Supongo que lo mejor será ir directo al grano, ¿no?- Max asiente y ella suspira, luciendo visiblemente afectada. -El padre de mis bebés... me pidió el divorcio hace unas semanas.- Los ojos del neerlandés se abren amplios ante la información. -No me sorprendió la verdad, nuestra relación ya estaba estancándose desde hace un tiempo. Mi marca se está desvaneciendo.- Apuntó hacía el apósito en el cuello. -y realmente nada de esto importa, pero él quiere quitarme a mis cachorros, quiere la custodia para él, va a llevarlos a América. Él los alejará de mi. Solo podría verlos en las vacaciones, quizás para Navidad y yo... no puedo hacer eso.- Sollozó. -Son mis bebés, no puedo perderlos.-

-¿Por eso querías mi ayuda?- La aludida asiente. -Aún así, nada de lo que me has dicho me explica por qué no querías que nadie de tu familia supiera de esto, ni siquiera Checo.- Ella aprieta los labios.

-Acordamos mantener el asunto del divorcio entre nosotros, no queremos involucrar a nuestras familias. Hacerlo, significaría hacer de nuestra separación un mayor escándalo y queremos proteger a los niños de esto lo más que podamos. Es lo único en lo que logramos estar en acuerdo y quiero respetar eso. Las cosas son lo suficientemente difíciles como para empeorarlas.- Max asiente ante sus palabras. -Y sé que no tenemos una relación cercana pero eres la única persona capaz de ayudarme en estos momentos.-

-¿Cómo puedo ayudarte?- Cuestiona y los ojos de Kelly brillan en alivio.

-Carola.- Responde y el Alfa alza sus cejas al escuchar aquel nombre. -Escuché que eras cercano a ella.- Le cuenta y Max le dedica una sonrisa un poco torcida, removiéndose en el lugar.